Se calcula que en América Latina alrededor de dos millones de personas son “recicladores”, así se les conoce de manera informal a aquellos que recogen los desechos, aún en buen estado, y los revenden como una forma de ganarse la vida.
En las calles de Colombia, muchos venezolanos migrantes que viven en condición de calle, se dedican al reciclaje para sobrevivir en medio de la pandemia. Y a pesar de lo duro que pueden ser sus días, siempre encuentran una mano amiga.
Las calles frías de Bogotá, una ciudad que aún de noche, conserva su belleza; pero en esta época de pandemia, luce solitaria y sombría. Estas vías y avenidas son precisamente para este este grupo de migrantes venezolanos que ven en la basura una oportunidad de ganarse vida.
Omar Forero es un migrante venezolano que encontró en Bogotá un trabajo como reciclador, hoy disfruta de una vida que en Venezuela, su país natal, por la situación del país, no podía tener. Ahora, y a pesar de las carencias, ve con más claridad sus sueños y está convencido de su papel en la sociedad.
"El reciclaje es algo que nos ayuda a todos. Es algo que es un bien y ayuda al medio ambiente", cuenta Omar.
"Hay muchas personas que en realidad están trabajando con el reciclaje porque no tienen un medio de trabajo. Es muy bueno nos dan el apoyo para nosotros salir adelante", añade Omar Forero.
Alrededor de dos millones de personas se dedican al reciclaje de manera informal en América Latina, una labor clave en un continente que apenas reutiliza un 10% de la basura que genera. La covid-19 los ha puesto contra las cuerdas, pero este grupo de venezolanos le saca el mayor provecho a la situación.
"Antes yo tenía un puesto de jugos de naranja, y me tocó trabajar en esto porque son 3 días a la semana de trabajo, y para no arriesgarme a enfermar", dice Ruth Jordán, migrante venezolana.
Por estos canales de aguas sucias, que en Colombia se conocen como “caños”, han pasado los más de cien migrantes venezolanos que se dedican al reciclaje en Bogotá, buscando sus bienes para vender.
Pero estos hombres y mujeres no dan la batalla solos. A ellos se les unen dos voluntarios que, sin importarle la nacionalidad, creen que no se necesita un pasaporte para merecer un buen trato.
"Nos hemos encontrado recicladores, no tienen ningún tipo de ayuda, entonces la idea es aportar un granito de arena, así sea con el alimento", dijo David Pérez, ciudadano colombiano.
Con un plato de comida caliente compuesto de todas las proteínas y vitaminas necesarias para estos caminantes nocturnos, Isabel y David Pérez salen a repartir 70 platos que son parte de la entrega que realizan cada semana.
"El menú de hoy lo conforman arroz, lentejas con pepita, su buen guiso las lentejas, tiene carne molida, chorizo arepa y jugo”, cuenta Isabel Pérez, sobre el plato que comida que compartirá con este puñado de ciudadanos venezolanos que están hoy en Bogotá buscando mejores oportunidades.
Y una sonrisa de agradecimiento es la mejor remuneración para estos colombianos. “Es algo que nos da alegría a nosotros porque hay personas que no tienden la situación, los emigrantes en todo país son como un tipo de virus", señala Edwin Araujo, migrante venezolano.
Migrantes venezolanos, quienes lejos de su patria, luchan por sobrevivir, esta vez gracias al reciclaje y a una familia colombiana que impone la bondad y el desapego, aún en época de pandemia.