La cantante María Teresa Chacín respira Venezuela en todo momento. Achica los ojos cuando va a hablar de su país, buscando fijar mejor sus ideas.
Hace unos días, mientras ensayaba una tarde junto a Miami Youth Orchestra (MYO) para el inicio de su gira por Estados Unidos con el fin de presentar el tema “Sin fronteras”, hizo un aparte para conversar con la Voz de América.
“Yo vengo de un país/ donde el cielo y las estrellas/ se encuentran en su bandera/ su nombre es Venezuela (…) yo vengo sorteando penas/ calmando el llanto… yo soy de Venezuela/ por donde paso ando con ella”, reza la canción que le hicieron llegar a la artista bajo la autoría del compositor llanero Enrique Belisario.
El tema fue publicado en YouTube el 5 de julio, día de la independencia patria. “Bueno, se me aguaron los ojos”, explica Chacín sobre el momento en que vio el resultado final en el videoclip.
Con su voz por delante y su hijo Simón López al piano, en “Sin fronteras” pasan las imágenes como en una película los rostros de venezolanos desperdigados por todo el mundo, ejerciendo los más disimiles oficios y profesiones. María Teresa señala: “De verdad que me pegó, porque es lo que nos está pasando, es lo que hacen los venezolanos, lo que hacemos los venezolanos.
“Me siento muy orgullosa de mis coterráneos, de mi gente, porque han demostrado de verdad que somos así, como invencibles. Mientras, ante la adversidad nos crecemos y no aceptamos pasivamente lo que nos pasa”, refiere Chacín, ganadora de un Premio Grammy y con sesenta años de vida artística.
Según datos actualizados de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) más de 5,4 millones de venezolanos se han visto obligados a dejar su país debido a “la violencia, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales”.
En cambio, el optimismo de María Teresa y las ganas de seguirle cantando a su gente, parece superarlo todo. “Tengo una gran esperanza y eso lo tenemos todos, esa esperanza. Nos asiste la razón, la tenemos y es válido lo que estamos pidiendo: queremos libertad y queremos democracia. Queremos seguir adelante, como ha sido siempre Venezuela, un país que se ha destacado siempre”, concluye.
Necesidad de la cultura
María Antonieta Salas, directora de Miami Youth Orchestra, es inquieta. Salió de impartir un taller en el Campamento de Verano en la sede de la institución para ir a los ensayos en el Hotel Intercontinental en la ciudad de Doral, donde se presentó María Teresa Chacín el sábado 10 de julio.
Chelista, Salas comenzó su formación con la prestigiosa organización “El Sistema”, en Venezuela. Da órdenes en inglés y español y cuando cree que el ensayo se va a retrasar, toma una banqueta en sus manos y la sube al escenario, donde un joven músico la necesitaba, hasta que se sienta a conversar con la VOA.
“Los niños salen de un ambiente, de su propio ambiente y vienen a otro país. Vienen a enfrentar cosas distintas, vamos a decir, un idioma diferente”, explica sobre el hecho de que su academia está integrada por alumnos de diferentes países, en una ciudad multicultural como Miami.
Las situaciones que atraviesan hoy naciones como Cuba, Nicaragua o Venezuela no le son ajenas a esta docente. “Por esa misma razón, la gente se ocupa de lo necesario, que es la comida, la protección de sus hijos. Para ellos es eso suficiente”, afirma comprensiva, al tiempo que define: “Pero realmente la cultura es muy necesaria porque es lo que hace un pueblo sabio”.
El público, un reto interminable
La flautista cubana Oderlyn Gutiez llegó con trece años de edad a Estados Unidos y ligada a músicos de la región que llegan buscando un futuro considera que lo más importante es “la fuerza de voluntad para hacer lo que haya que hacer y salir adelante”.
El público ha cambiado, dice, y eso obliga a los músicos a reinventarse también. “La tecnología ha influenciado mucho la música, definitivamente la está impactando (...) “muchas orquestas clásicas están ya incluyendo cosas más populares y contemporáneas y así, cosas más electrónicas para atraer y atraer a más”.
Salir de Venezuela y terminar de formarse como violinista y luego director y pedagogo en Estados Unidos, para Aleksandre Roderick-Lorenz, también integrante de MYO, ha sido un reto y estímulo a la vez.
“Más que extrañar a un público en particular (…) Yo pienso que lo bonito de esto es que cada vez que tú te paras frente a un escenario, independiente de que estés interpretando la misma música, la misma obra, el mismo compositor, el mismo arreglo, siempre la audiencia te va a dar, te va a entregar algo diferente, es una energía distinta”, indica.
Las nuevas tecnologías y las nuevas formas de entretenimiento son otro acicate que han llevado a la reinvención del espectáculo.
“No podemos cambiar el futuro, todo va a ir progresando, dentro de diez años van a haber tendencias distintas. Entonces debemos seguir pues, moldeando en base a cómo va cambiando la sociedad, la estructura del mundo en el que vivimos, que es un mundo de mucha fluidez”, finaliza.
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