Los efectos de la consulta popular organizada por la oposición dentro de Venezuela y otros 50 países, hace poco más de un mes, se han disipado en los discursos y estrategias políticas de Año Nuevo, si bien sirvió de trampolín para la continuidad del Parlamento de 2015 y la reafirmación del gobierno interino de Juan Guaidó, observan analistas.
La oposición, encabezada por Guaidó, realizó a mediados de diciembre una consulta en la que 6,4 millones de venezolanos rechazaron la “usurpación” de Nicolás Maduro, las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre pasado y pidieron ayuda al mundo, según cifras de su comité organizador.
Otra interrogante estuvo referida a la necesidad de elecciones presidenciales libres en Venezuela. La oposición exige una transición y la renuncia de Maduro para ello, pero ese objetivo parece hoy propio de un futuro no inmediato.
Cuarenta días luego de sus resultados, analistas difieren sobre los efectos políticos de la consulta, mientras Venezuela refrenda su crisis con la instalación de un nuevo Parlamento, controlado por el oficialismo, y de una comisión que dice representar a la Asamblea Nacional de 2015, liderada por Guaidó.
Oscar Arnal, profesor de las escuelas de Estudios Internacionales y Estudios Constitucionales de la Universidad Central de Venezuela, opina que la consulta fue “un hecho positivo” que aglutinó a la oposición en torno de un objetivo.
La interpreta como la base fundacional de la estrategia jurídica que el liderazgo opositor venezolano esgrimió entre diciembre y enero para justificar la continuidad administrativa o constitucional del Parlamento electo en 2015.
Guaidó y la mayoría de los diputados de ese poder legislativo aprobaron mantenerse activos en sus roles bajo el supuesto de que las elecciones de diciembre pasado fueron fraudulentas y que el Parlamento no se ha renovado.
“La comunidad internacional ve con buenos ojos que la gente haya pedido (en la consulta) la participación de la comunidad internacional” para zanjar la crisis, indicó Arnal en conversación con la Voz de América.
Le atribuye a la consulta buena parte de las ratificaciones del reconocimiento a Guaidó y a ese Parlamento de 2015 como los representantes institucionales de Venezuela de parte de gobiernos como el de Estados Unidos y el Reino Unido.
El apoyo internacional a la causa democrática venezolana que se ha manifestado en las últimas semanas se ha derivado “en buena medida” de la consulta popular, realizada de manera presencial y digital, insiste.
“La gente votó por eso. Gana argumentos para que eso sea así (la continuidad del Parlamento de 2015 y del gobierno interino) y se siga trabajando en una solución definitiva, con elecciones presidenciales y a todos los niveles”, dice.
Sin efectos prácticos
Guaidó se convirtió en el principal promotor de la consulta. Hizo campaña en barrios, sus discursos estaban centrados en ella y en su importancia. Tras su realización, reivindicó que quienes se oponen a Maduro ejercieron “la mayoría” y comparó su nivel de participación con “la soledad de la dictadura”.
El día de su culminación, la celebró como una herramienta que serviría a la comunidad internacional para reconocer al Parlamento de 2015 como “el único interlocutor legítimo en este momento en Venezuela”.
Maduro, por su parte, puso en duda el impacto legal que tendría la consulta y minimizó su influencia en la política, más allá de servir de guía, sin rango legal.
“Nadie podría pensar que una consulta por Internet tiene valor constitucional. Solamente tiene un valor informativo, guías para la acción”, dijo el año pasado.
Víctor Maldonado, analista político y docente universitario, se cuenta entre quienes advirtieron de antemano que la consulta no tenía propósito estratégico.
“No ha sido utilizada de manera alguna para mejorar la condición de la oposición y, por supuesto, de los ciudadanos. No ha tenido ningún efecto práctico”, asegura en entrevista con VOA Noticias.
Maldonado comenta que sus menciones se limitan a “saludos a la bandera” de pronunciamientos de la Asamblea Nacional, pero subraya que “no forma parte ni del discurso, ni de la práctica o los objetivos de la oposición”.
“Todos están tratando de pasar la página para que la consulta popular termine en el cementerio de las iniciativas fallidas”, indica tajantemente.
Nota que la sociedad está desafiliada de la política nacional, desmovilizada. Llama a ese momento “el marco del vacío”. “Los ciudadanos la experimentamos como la política de los hechos y plazos cumplidos, esperando que salga otra cosa y que se valide otro curso estratégico” desde los actores nacionales, apunta.
A futuro, pone en duda que la consulta haya allanado realmente el camino de la llamada continuidad del Parlamento electo hace seis años y, por ende, de Guaidó. “Fue una puesta en escena para tratar de validar lo que no pudo validar, que es el supuesto de la continuidad constitucional”, sostiene.
Arnal, por su lado, estima que la consulta es una baza opositora para una eventual negociación de alto nivel para lograr una salida electoral a la crisis.
“La gente votó por eso, Eso está pendiente. Es lo que está planteado. Todo debe caminar en esa dirección y nadie se debe oponer a esa salida electoral, con un CNE legítimo, equilibrado. Hay que dar pasos en esa dirección”, afirma.
A su entender, iniciativas como la consulta opositora de diciembre dan muestras de lo que necesita la política venezolana: “hacen falta banderas, ideas que unifiquen a todos en función de un evento trascendental”.
Maldonado, finalmente insiste en que existe “mucha suspicacia” entre la ciudadanía sobre la participación real que hubo en la consulta de diciembre.
“Los políticos van por un lado y las iniciativas ciudadanas fallidas van por otro. Al final, todos están interesados en pasar la página” de la consulta, concluye.