La decisión del Gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua de entregar a China la antigua embajada de Taiwán en Managua después de que Taipéi la donó a la Iglesia Católica es vista por analistas como un regalo de bienvenida a la nación aliada de la que espera más apoyo para mantenerse en el poder.
Nicaragua rompió relaciones con Taiwán a principios de diciembre y abrió la puerta a la República Popular China, en un paso que algunos consideraron como la necesidad del Gobierno de Ortega de buscar de aliado a una potencia tras el rechazo de Occidente por las elecciones presidenciales de 2021.
Taiwán protestó de inmediato ante la medida y denunció la "ocupación ilegal" de su propiedad. Además, instó a la comunidad internacional a condenar conjuntamente las “acciones malévolas de los gobiernos de Nicaragua y China”.
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De igual forma la Cancillería taiwanesa dijo que el “régimen del Partido Comunista de China no tiene derecho a interferir en asuntos exteriores de Taiwán o heredar la propiedad estatal de la misma”.
Diplomacia de vacunas
A solo tres días de restablecer sus relaciones con Nicaragua, China envió a mediados de este mes a Nicaragua 200.000 vacunas Sinopharm contra COVID-19. En total, China prometió a Ortega donar 1 millón de dosis, según dijeron entonces medios oficiales.
El lote de vacunas fue entregado por Yu Bo, representante del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, quien viajó hace dos semanas a Managua junto a una delegación nicaragüense que estuvo en China representando a Ortega durante la ceremonia de restablecimiento de la diplomacia entre ambas naciones.
“Nos solidarizamos con Nicaragua en medio de esta pandemia y la llegada de esta vacuna China es una muestra viva del apoyo firme del Gobierno de China para la lucha contra el COVID-19 del Gobierno de Nicaragua y también es una muestra de amistad y afecto del pueblo chino hacia el pueblo nicaragüense”, dijo Bo a medios oficialistas.
¿Presión hegemónica de China?
Los analistas consultados por la VOA expresaron que el peso político que tiene este conflicto básicamente es mostrar el poder de China imponiéndose a Taiwán, sin importar si se violan la libertad religiosa e incluso el orden jurídico.
Recuerdan que tanto China como Nicaragua han sido mencionados en una lista de Estados Unidos como países violadores de la libertad religiosa, según anunció el secretario de Estado, Antony Blinken, a mediados de noviembre.
Para el exembajador de Costa Rica en Venezuela, Ricardo Lizano Calzada, la decisión de ceder a China la propiedad diplomática que Taiwán donó a la Iglesia Católica “es totalmente arbitraria”.
“No respeta más que su propia voluntad, que su propia ley” al ceder una propiedad que a su juicio “desde el punto de vista jurídico, de ninguna manera puede pertenecer a un gobierno con el que apenas se acaba de restablecer relaciones diplomáticas”, afirmó.
A la vez mencionó que “la política hegemónica de Beijing cada vez más prepotente, y probablemente es un precio que le exigió pagar al gobierno de Nicaragua” durante las negociaciones para establecer los nexos diplomáticos.
“Si el gobierno de Taiwán se lo había dejado a la Iglesia Católica, pues parecería lo más normal que se lo hubiera dejado. En todo caso, a la China le importa un bledo un edificio; lo que le importa es hacer manifiesto su poder hegemónico que cada vez está más presente en todas las luchas, en todas las actividades políticas de América Latina”, valoró Lizano.
China al rescate de Daniel Ortega
La socióloga y especialista en seguridad ciudadana, Elvira Cuadras, opina que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la China y Nicaragua es una decisión que busca aliviar el rechazo y el aislamiento de gran parte de la Comunidad Internacional a las autoridades de Managua.
“Obviamente, se han acercado más a Rusia y también más a China, así como también a algunos países como Irán, por ejemplo, que tienen, digamos, un currículum bastante complejo en términos de sus características democráticas”, dijo.
Cuadras considera que con ello Ortega espera obtener un respaldo político, pero sobre todo respaldo económico. A su juicio, Ortega sabe que se va a enfrentar a medidas de presión que seguramente van a tocar esa esfera de su gobierno.
“El interés principal es instrumental, es oportunista y, pues, va a durar mientras Ortega piense que va a recibir un respaldo significativo de parte de China”.
Cuadras subraya que Ortega se prepara para un escenario fatalista, sobre todo porque en términos de democracia, 2021 fue un año para Nicaragua en el que se profundizó la crisis sociopolítica que emergió en 2018.
“Tal como ya se conoce, este año, el 7 de noviembre, se llevó a cabo un proceso de elecciones, que desde muchos meses antes tenía el objetivo prefijado asegurar la continuidad de Daniel Ortega en la presidencia y de Rosario Murillo en la vicepresidencia”, dijo socióloga.
¿Qué esperar?
Cuadras reiteró que “Ortega se enfrenta a un enorme rechazo de la población]" que no fue a las urnas el 7 de noviembre. "[Parte de la población] se abstuvo como una forma de expresión de su rechazo frente a la represión, frente a la situación en general”.
La socióloga estima que los hechos reciente estarían indicando que "el escenario de 2022 para Ortega es poco favorable".
Y admitió que "también es poco favorable para la ciudadanía".
"[Los nicaragüenses] se enfrentan a un contexto de múltiples crisis en las que se combinan la crisis sociopolítica que se arrastra desde 2018, la crisis por el COVID-19, que no ha cesado todavía, y los efectos de la crisis económica que está golpeando a la población”, concluyó.
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