Aires tóxicos
Por Divalizeth Cash y Yeny García
Uno de cada tres latinos sufre por la contaminación ambiental de sus comunidades en el país, que se debate entre endurecer las medidas para controlar la polución y fomentar la producción de energía, proveniente todavía en su gran mayoría de combustibles fósiles.
A la guatemalteca Patricia de León le cuesta respirar por momentos. Su salud comenzó a resentirse hace cuatro años, cuando pasó de cumplir su sueño de tener casa propia, a la pesadilla de un diagnóstico de asma crónica por la contaminación del vecindario donde escogió vivir.
Mientras, en el mismo barrio de Brooklyn, en Baltimore, Maryland; la salvadoreña Sandra Lovo asegura que la mala calidad de aire causó que su hijo, su hermana y ahora ella, sufran de problemas respiratorios. Razón por la cuál abandonó su vivienda en ese vecindario.
El problema de la contaminación y sus efectos dañinos no son exclusivos de esa área. La industrialización, el uso de materiales tóxicos y en ocasiones la falta de regulaciones, han favorecido la disminución de la calidad del aire y el agua en zonas del país, consideradas asequibles para comunidades latinas en un mercado inmobiliario cada vez más prohibitivo.
Peligro en el aire
(Sufría) “dolores de pulmones, tosedera, que a veces no podía respirar (…) entonces fue cuando ya ellos empezaron a decirme, ya no es una gripe que tienes, es asma”, explicó De León a la Voz de América.
Su enfermedad no fue casualidad. El aire que ella y sus vecinos de Brooklyn respiran es uno de los más nocivos del país, debido a la concentración de industrias y los gases del tráfico de carga en un área reducida, según informes del Proyecto de Integridad Ambiental, una oenegé defensora del medio ambiente.
La vivienda de la guatemalteca está situada a menos de 7 kilómetros de una planta procesadora de basura. “Lo que yo no sabía era que esta área tenía un nivel muy alto de contaminación, eso lo supe al tiempo, no en el momento que compramos la casa”, aclaró De León.
Uno de cada tres latinos en EEUU vivía en áreas que no cumplen con las normas ambientales para ser calificadas como comunidades seguras, advirtieron datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos y un estudio conjunto sobre el impacto de la contaminación en las comunidades latinas, completado en 2016 por el Grupo de Trabajo para el Aire Limpio (CAFT en inglés), la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (Lulac) y la Asociación Nacional Médica Hispana (NHMA).
Casi una década después, este problema no se ha resuelto. Aunque en 2022 Estados Unidos disminuyó su producción de dióxido de carbono, su contaminación ambiental aún triplica los índices considerados saludables por la Organización Mundial de la Salud.
“El 39 %, casi el 40 de la población latina vive a menos de 30 millas de una central eléctrica y esa es la distancia en que se espera que se produzcan los efectos máximos de contaminación”, dijo a la VOA la directora de Política Climática Internacional del Center for American Progress, Francis Colon.
Win Waste Innovations, la compañía que opera una planta de desechos cercana al hogar de De León, asegura que tiene un mejor control sobre sus emisiones.
“Estamos invirtiendo 45 millones de dólares en esos controles de contaminación del aire y las emisiones mejoradas para garantizar que seamos lo más seguros posible y que, de hecho, seamos una de las instalaciones más limpias del mundo”, respondió a la VOA la directora de Sostenibilidad Allia Saydjari,
Mientras, para Patricia de León cada vez está más clara la posibilidad de mudarse de Brooklyn, pues ya no sólo es ella quien manifiesta síntomas de enfermedades respiratorias crónicas, sino también sus hijos, para los que no quiere un padecimiento que los obligue a depender de medicamentos de por vida.
Energía vs contaminación
La calidad del aire que respiran muchas comunidades latinas en EEUU no cumple los estándares de calidad que miden la contaminación por ozono, el cual aumenta debido a las emisiones de petróleo y gas, indicó el informe de CAFT, LULAC y NHMA.
“Muchos latinos están particularmente agobiados por impactos en la salud de esta contaminación del aire debido a altos niveles de pobreza y tasas relativamente bajas de cobertura de seguro de salud”, insistió el reporte.
Los niños, más vulnerables a los efectos de la contaminación, son quienes llevan la peor parte. De acuerdo con los datos compilados, durante la temporada de verano la proliferación de ozono causa hasta 153.000 ataques de asma infantiles, que resultan en unas 112.000 días de ausencias escolares al año. Además, según la Oficina del Censo de EEUU, los efectos de la polución pueden sentirse hasta la tercera generación de las personas expuestas. “En otras palabras, si una mujer se expone a la contaminación durante el embarazo, puede afectar tanto al niño que está embarazada como a sus nietos”.
Mientras mira las fotos de su hijo cuando era un bebé, Sandra Lovo afirma estar muy preocupada por la salud de su familia. Ahora con 14 años, el adolescente padece de asma, una enfermedad que no es ajena al resto de sus allegados.
“Desarrollar asma mi hijo, desarrollar asma mi hermana. Nosotros no sabíamos que podía ser problema del aire ambiente, del aire que respira en Brooklyn, que estaba contaminado y todo eso”, asegura Lovo, que recientemente dejó el vecindario, según afirmó, para cuidar de ella y los suyos.
El aumento de la contaminación y el cambio climático como resultado, la Agencia de Protección Ambiental de EEUU prevé que la tasa anual de diagnóstico de asma en niños latinos subirá hasta en 4.000 casos, una incidencia que es especialmente afecta a comunidades cercanas a plantas e instalaciones relacionadas con la industria del petróleo.
El país, todavía movido en su gran mayoría por combustible fósil, se debate entre el dilema de garantizar la producción de energía necesaria para sostener la creciente demanda y la protección de los ecosistemas, junto a la lucha contra el cambio climático. Estos esfuerzos se persiguen de maneras diferentes, en un Congreso fuertemente dividido por la actual polarización política.
Desde la bancada republicana han propuesto un proyecto de Ley de Reducción de los Costos Energéticos, que disminuye restricciones a los oleoductos y aumenta la producción de petróleo. Según el Comité de Recursos Naturales el enfoque es liberar el potencial energético y mineral del país.
“Nos comprometimos con Estados Unidos a reducir sus costos de energía. Eso es exactamente lo que hace este proyecto de ley”, afirmó presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy.
El representante de Arkansas, Bruce Westerman, explicó que apuestan por utilizar la “nueva mayoría republicana para tomar medidas rápidas y decisivas, responsabilizando a esta administración (del presidente demócrata Joe Biden) por sus acciones y presentando soluciones que liberan nuestros recursos a través de medios científicos y responsables”.
De otro lado, los legisladores demócratas presionan por una mayor responsabilidad ambiental impulsando la energía limpia, con ambiciosos proyectos que incluyen incentivos fiscales para productores y compradores de autos eléctricos, en un intento por disminuir los gases contaminantes en los próximos años.
Representantes como Raúl Grijalva, (D) Arizona, apuestan al proyecto de ley “Justicia Ambiental para Todos”, enfocado en la salud de las comunidades afectadas.
De acuerdo con Grijalva, lo que esperan es “primero, darle poder bajo la ley” a sus esfuerzos por proteger y apoyar a las familias afectadas. “Segundo es asegurar que todas las agencias federales tienen la responsabilidad de reportar, antes que se apruebe, cualquier permiso, a comunidades para que tengan la oportunidad de estar presentes, antes de que sea una decisión”, dijo.
En octubre de 2022, bajo el gobierno del presidente Joe Biden, la Agencia de Protección Ambiental anunció la creación de la Oficina de Justicia Ambiental y Cumplimiento Externo de Derechos Civiles, enfocada en “resolver los desafíos ambientales en comunidades que han estado marginadas durante demasiado tiempo”.
La nueva oficina será la encargada de supervisar el uso y distribución de un programa de subvenciones, como parte de un fondo de justicia climática y ambiental de 3.0000 millones de dólares.
La financiación de este programa y otras iniciativas se incluye dentro la Ley de Reducción de la Inflación, un histórico paquete de leyes aprobado por el Congreso de EEUU y firmado por el presidente Biden en agosto de 2022, que destinará unos 430 miles de millones de dólares para afrontar el reto del cambio climático.
Autos eléctricos, una solución emergente
La pequeña Amalia Hennes Harnois tose a menudo. "Tengo asma, y me dolía mucho la garganta", contó a la VOA. Como ella, unos 25 millones de niños en EEUU está expuestos a la contaminación atmosférica que crean los más de medio millón de autobuses escolares que funcionan con combustible fósil en todo el país.
La sustitución de buses diésel por eléctricos es una solución inmediata para reducir la contaminación a la que la administración Biden destinó 1.000 millones de dólares bajo la Ley Bipartidista de Infraestructura, considerada por la administración en su totalidad como la “mayor inversión federal en transporte público de la historia”.
“El primer beneficio es de salud. Ambiental, indirectamente, por supuesto, menos material particulado del aire, menos calentamiento global. No hay dependencia energética de que los precios suban por algún conflicto bélico. Indirectamente, también hay un mensaje educativo a estos niños”, dijo el experto en Transición de Movilidad, Ricardo Lobos.
La escuela primaria Rock Creek Forest, en Maryland, fue el centro escolar pionero en implementar la iniciativa y completar la transición de autobuses diésel, a una flotilla de más de 200 vehículos eléctricos del condado de Montgomery.
En un inicio, lo que más asombró a la directora de la institución, Jennifer Lowndes, fue el silencio. “Los autobuses se detienen y los niños ni siquiera pueden escuchar su autobús y saben que están viajando en un autobús que cuida el medio ambiente, están muy felices”, afirmó.
La limpieza y la facilidad de uso maravillaron a Carmen Cortés, una veterana conductora de buses a diésel, con más de 23 años de experiencia bajo la manga. Según confesó, la transición ha sido muy fácil.
“Primero porque es limpio, ya no tienes que embarrarte de aceite. Segundo, que son… tú puedes ver aquí hace ruido para prenderlo, oyes eso, ¡ya está encendido!”, sonrió mientras demostraba lo sencillo que es encender y maniobrar un autobús escolar eléctrico.
Sorprendentemente, la operación logística de carga para este tipo de buses es muy sencilla. “Contamos con 45 estaciones de carga, que son controlados por 15 cargadores. Se conecta al cable de carga y podemos cargar un autobús a la vez, por lo que hay tres dispensadores por
carga. El autobús podría quedarse allí e irá de un autobús a otro hasta que los tres estén cargados”, explicó el administrador del estacionamiento de buses, John Beasley.
A los esfuerzos gubernamentales, también se une el compromiso y el trabajo de las familias de Amalia y otros cientos de niños en el condado de Montgomery en su impulso por implementar el nuevo sistema.
Para la comunidad de Montgomery es una victoria y un avance de lo que podría ser el futuro del país, que se ha propuesto impulsar la industria de los automóviles eléctricos hasta lograr que dos tercios de los coches y una cuarta parte de los vehículos pesados se muevan con energía limpia para 2032.
“Mi familia comenzó a abogar por los autobuses escolares eléctricos antes de que yo hubiera visto uno, por lo que parecía una quimera, como algo inventado, pero sabes que es la culminación de muchos padres que luchan por esta tecnología y me encanta", celebró Elizabeth Brandt, una de las madres de la escuela primaria Rock Creek Forest.
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