Ahora que esta misma semana Estados Unidos anunció una serie de sanciones contra cuatro individuos nicaragüenses relacionados con el Gobierno de Daniel Ortega y que otros países como Venezuela, buscan el retiro de las sanciones impuestas a su industria petrolera, hasta el punto de utilizarlas como un posible instrumento de negociación en eventuales diálogos entre gobierno y oposición, surge la pregunta sobre si esta medida, cargada de expectativa, ha dado los resultados esperados o no, a través de la historia.
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Por lo general, las sanciones son utilizadas como un instrumento de presión para lograr cambios en la política de un país o se anuncian en contra de individuos a los que se les acusa de ir en contra de principios y tratados internacionales, sobre todo cuando tienen que ver con el terreno de los derechos humanos.
En el programa Foro, de la Voz de América, el politólogo y analista Julio Schilling considera que las sanciones son un instrumento de presión válido, sobre todo para ‘ahorcar’ a gobiernos autoritarios.
“Las sanciones funcionan. Fíjate si es así, que todos los regímenes dictatoriales buscan todas las medidas para que se las quiten. O sea, el problema es cuando no se aplican al pie de la letra. Y cuando se da espacio para que violenten. Tenemos que mirar en causa y efecto, el problema es un régimen dictatorial que está en el poder. Ese régimen para durar en el poder necesita recursos económicos para promover terrorismo de Estado, represión, controles sociales (…) Entonces, la moneda dura es fundamental y negarle recursos a una dictadura es negarle la capacidad para que pueda reprimir”, señala.
Una posición en contra es la del doctor Eric Hershberg, profesor de American University, quien explica que en América Latina actualmente destacan dos tipos de sanciones de Estados Unidos: sanciones contra Gobiernos, como es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y sanciones en contra de individuos que pueden ser o funcionarios en esos Gobiernos o personas implicadas en actividades ilícitas.
“Yo diría que las sanciones impuestas contra gobiernos, con el fin último de debilitarlos por no ser afines a las preferencias de Washington, tienen una larga experiencia de no tener éxito. Las sanciones en contra de individuos pueden tener éxito en dos sentidos. Un sentido es como mensaje a posibles violadores futuros de que hay consecuencias de cometer crímenes o ciertas acciones…”, señala Hershberg que, en este caso, la sanción no necesariamente es para eliminar la actividad del sancionado, sino para detener o disuadir a otros de no cometer actos parecidos.
Además, - señala el profesor – “también tiene el propósito de castigar, de complicarles la vida por así decirlo, a individuos y redes” que cometan actos reprochables por Estados Unidos.
Venezuela y Cuba
Señala el profesor de American University que, a su parecer, las sanciones contra gobiernos no han funcionado. Pone como ejemplo, Cuba. “Llevan 60 años de sanciones e intentando derrocar al Gobierno de Cuba y eso no ha acontecido. En ese sentido, 60 años nos da una base empírica para llegar a conclusiones sobre la eficacia de las sanciones para intentar cambiar un gobierno. En el caso venezolano, no tenemos una historia tan larga; pero creo que es evidente que la Administración Trump pensaba que, sancionando al gobierno, sancionando a individuos y ofreciendo a esos individuos levantar las sanciones, si abandonaran el régimen de Maduro, pensaban que eso iba a resultar en una escisión en la coalición dominante en Venezuela, cosa que no se ha producido”, acota además que Washington “no entendía” la naturaleza del balance de poder en Venezuela, por lo cual la presión de las sanciones no es la herramienta más válida.
Sin embargo, Julio Schilling expresa otra visión del mismo caso, señalando que “Venezuela ha sido el botín del socialismo continental. Entonces prácticamente ha sido saqueada por la Cuba comunista, que lo ha hecho en el nombre, no sólo de su permanencia en el poder, sino de la extensión de colonias como en Nicaragua y en Bolivia (…) Un camino, que incluso si se pretende que, por vías pacífica, que pueda producir mejoramientos en los espacios de libertades civiles y políticas, es la presión económica que es fundamental para lograr ese propósito”.
Ambos analistas coinciden en que las sanciones tienen un impacto, mas difieren en las consecuencias de las mismas y el efecto real en generar la presión deseada para lograr objetivos concretos, en el caso de gobiernos autoritarios.
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