Gente de toda Asia se preparaba el lunes para una celebración discreta del Año Nuevo Lunar entre preocupaciones por el coronavirus y la variante ómicron, aunque el aumento de las tasas de vacunación aumentó las esperanzas de que el Año del Tigre pudiera traer una vida más cercana a la normalidad.
El Año Nuevo Lunar es el feriado anual más importante en China y este año cae el martes 1 de febrero. Cada año recibe el nombre de uno de los doce signos del zodiaco chino, en un ciclo que se repite. El Año del Tigre sigue al Año del Buey.
Está será la tercera vez que el cambio de año se celebra bajo la sombra de la pandemia. Fue dos días antes del feriado de 2020 cuando China aisló a Wuhan, una ciudad de 11 millones de personas, tras la detección del coronavirus allí.
En torno al 85% de los chinos han completado su vacunación, según Our World in Data, y este año habrá más gente que viaje dentro del país pese a las advertencias del gobierno. Muchas personas celebraban los festejos comprando faroles rojos y otras decoraciones para sus casas, así como comida para celebrar el comienzo de un nuevo año.
Aún así, Huang Ping, jubilado de 63 años, lamentó mientras compraba en un mercado de flores en Beijing que el “ambiente se ha apagado” con el cierre de templos y ferias estacionales para evitar multitudes. Dijo confiar en que pronto llegarían tiempos mejores.
Unos 260 millones de personas viajaron en China en los 10 primeros días de vacaciones, que comenzaron el 17 de enero, menos que antes de la pandemia pero un 46% más que el año pasado. En total, el gobierno espera que se hagan 1.200 millones de desplazamientos durante los feriados, un 36% más que el año pasado.
En esta ocasión, las celebraciones coinciden con los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, que comienzan poco antes de que termine la semana de vacaciones. La capital china ha ido estrechando controles para contener los brotes antes de las justas olímpicas.
Los organizadores mantendrán los Juegos en “burbujas” aisladas y no se venderán boletos al público general.
En todo el país
En Hong Kong, que sufrió un aumento de los contagios en enero, gente con mascarillas compraba objetos decorativos rojos y con tigres. La ciudad cerró las escuelas por el brote y obligó a los restaurantes a cerrar a las 18:00, lo que obligaba a muchos a quedarse en casa para las tradicionales cenas familiares de la víspera del año nuevo.
Muchos esperaban que los poderes tradicionales atribuidos al tigre ayudaran a sacar al país de la pandemia, dijo Chen Lianshan, experto de la Universidad de Beijing en folclore chino.
“El tigre es una protección contra los espíritus malignos y puede derrotar a demonios y fantasmas de toda clase, y los chinos creen que la plaga es una clase de espíritu maligno”, explicó.
En otros lugares de Asia había indicios de que las celebraciones podrían ser menos discretas que el año anterior. Pese a las restricciones de la pandemia, la mayoría de la gente ha recibido al menos dos dosis de vacunas en muchos países de la región.
En el casco antiguo de Hanoi, el mercado tradicional se llenó de gente que buscaba decoraciones y flores para el festival, conocido como Tet en Vietnam.
Sin embargo, el país había cancelado espectáculos de fuegos artificiales y otos grandes actos para minimizar los riesgos este año.
En Singapur, las celebraciones se vieron limitadas por restricciones que sólo permitían a la gente recibir cinco visitantes en un día, y preferiblemente sólo una visita diaria. Era probable que las normas complicaran la tradición de visitar a familiares durante los festejos.