Hace un año que Olena, una ucraniana de 29 años, estaba de vacaciones en el sur de Florida. Había viajado hasta Estados Unidos para disfrutar del buen tiempo y alejarse así de las gélidas temperaturas de Kiev, donde residía hasta ese momento. De repente, sus planes cambiaron.
“Todo fue en cuestión de horas, veía cómo los tanques rusos empezaban a cruzar la frontera y cómo empezaba la destrucción en mi país”, explica la mujer que prefiere no decir su apellido y preservar su anonimato por cuestiones de seguridad.
Fue en la madrugada del 24 de febrero, cuando la joven vio por televisión el anuncio del presidente ruso Vladimir Putin confirmando que había dado luz verde al inicio de las operaciones militares para invadir Ucrania.
“En ese momento, supe que no podía volver. Vine a Estados Unidos de turista, y aquí sigo”, decía la joven en declaraciones a la Voz de América. Su dolor, dice, se acrecenta por el hecho de estar a miles de kilómetros de Kiev, donde le gustaría estar junto a su familia, y lamenta no poder hacer más desde Florida.
También lea Occidente reacciona con escepticismo a propuesta china de alto el fuego en Ucrania“Todo es terrible ahora en Ucrania, se ha derramado demasiada sangre; mi padre tiene 70 años y aún sigue ahí. Él fue uno de los que se unieron al ejército para luchar contra Rusia, como muchos otros. Es horrible que pasen estas cosas”, explica ella.
Con lágrimas en los ojos, reconoce que estos doce meses los ha vivido “con mucho dolor”. “No puedo describir el dolor, no puedo describir mis sentimientos. Todo es horrible al ver que cada día muere alguien”, comenta.
Las políticas migratorias para ucranianos en EEUU
Ella ha podido quedarse en Estados Unidos gracias al Estatus de Protección Temporal (TPS) que aprobó la Casa Blanca para los ucranianos que ya estaban en el país norteamericano en el momento que empezó la guerra. Gracias a eso, ahora puede trabajar y vivir legalmente y de forma temporal sin temor a ser deportada. Pero siempre, confiesa, “con la esperanza de poder volver a mi país en paz”.
Además de este programa de protección especial para los ucranianos, el ejecutivo estadounidense también aprobó un programa para simplificar el proceso de llegada de refugiados ucranianos al país. Este programa, que lleva por título 'Uniting for Ukraine' ('Unión por Ucrania', en español), está pensado para que hasta 100.000 ucranianos puedan acogerse, aunque aún no hay datos oficiales sobre cuantas personas se han procesado hasta el momento bajo esta medida migratoria extraordinaria.
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Una iglesia ucraniana, el punto de reunión
En la iglesia católica ucraniana de la Asunción, en Miami, semanalmente numerosos feligreses se dan cita para escuchar la homilía del padre Andrii Romankiv. Se estima que unos 60.000 ucranianos viven en Florida, y muchos de ellos están en el sur del estado.
También hay muchos hispanos que se han solidarizado con la causa ucraniana y regularmente salen al exterior de la iglesia con banderas azules y amarillas para pedir el cese de la intervención armada rusa y que llegue la paz al país.
“Me produce un gran dolor viendo todo lo mal que lo están pasando en Ucrania y por eso vengo aquí. Para quedarme en casa sin hacer nada, prefiero venir hasta aquí y alzar mi voz”, dice Elena Orozco, una colombiana residente en el sur de la Florida.
También lea EEUU amplía lista de entidades de China y otros países con restricciones comerciales a un año de la invasión a UcraniaLa esposa del peruano César López es ucraniana y desde que se inició la invasión rusa de Ucrania este hombre tampoco ha faltado a las movilizaciones que se han organizado en los exteriores de la iglesia, donde él ya era un habitual. “Mi obligación es salir para pedir por lo que es justo, porque no es posible todo esto que ha hecho Putin en este año y la gente no puede callar, tenemos que salir”, manifiesta a la VOA.
La ayuda humanitaria
A pocas cuadras de esa iglesia, una empresa de logística continúa haciendo envíos a Ucrania y a otros países vecinos con numeroso material de ayuda humanitaria. Lo que más piden ahora son insumos para combatir el frío polar que están sufriendo los ucranianos en el país, ya que a falta de gas, es imposible calentarse con normalidad.
“Se están mandando tiendas de campaña para aislarse del frío, también muchos generadores. Y para combatir el frío que hay, tenemos unas colchas que, aunque son bien finitas, son fáciles de cargar y dan mucho calor”, explica Elvira Aeido, una de las directoras de GEMS, la empresa de logística que, a través de donaciones, lleva todo este tiempo enviando productos de primera necesidad para los afectados por la guerra.
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Christopher es un voluntario que compagina su trabajo regular con el voluntariado en esta compañía. Se encarga de coordinar todos los envíos y está disponible siempre que sea necesario, aunque admite que cualquier ayuda, por pequeña que sea, siempre es necesaria.
“Estamos aquí cuando hacemos falta, ya sea trabajando más horas, los fines de semana, muchas veces tenemos mucho material que empacar y necesitamos voluntarios, así que cualquiera que quiera participar será más que bienvenido”, contaba el joven a la VOA.
“Que el conflicto no caiga en el olvido”
Se pensaba que sería una intervención rápida, pero no ha sido así. Después de un año de guerra, existe la incertidumbre sobre cuándo terminará la guerra. Los ucranianos en el exterior creen que la presión internacional puede ayudar a poner final conflicto. Por eso, piden que esta guerra no se perpetúe en el tiempo y caiga en el olvido. “Eso sería muy malo para nosotros”, puntualiza Olena.
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