Israel detuvo la demolición del cuartel general de Yasser Arafat, pero mantiene sitiado al líder palestino en lo que queda de sus oficinas.
Fuezas israelíes siguen rodenado el complejo donde se encuentra Arafat, y el gobierno exije que se entreguen por lo menos 20 extremistas que se cree están en el edificio.
Arafat juró que nadie se rendirá.
Los palestinos acusan a Israel de tratar de derrocar a Arafat, pero el canciller israelí Shimon Peres insiste que su gobierno no quiere hacerle daño al líder palestino.
En Washington, una declaración de la Casa Blanca señala que el sitio israelí a Arafat no ayuda a reducir la violencia ni a promover las reformas palestinas.