El gobierno de Tailandia envió mas fuerzas de seguridad a tres provincias del sur, de mayoría musulmana, un día después de que más de 100 militantes fueron muertos en ataques coordinados a diversas postas gubernamentales.
El ejército y la policía con armas automáticas desplegados en la región recorren pueblos y aldeas. Muchos comercios están cerrados, las calles tranquilas y los habitantes permanecen en sus casas, temerosos de que puedan ocurrir más actos de violencia.
El gobierno dio a conocer que 108 jóvenes musulmanes rebeldes, armados sólo con machetes, fueron muertos después de las incursiones.
Familiares apesadumbrados de las víctimas fatales enterraron hoy a sus seres queridos, y muchos de ellos expresaron que no pueden creer que sus hijos hayan estado involucrados en actos de violencia.