Al segundo de terminar el partido entre Uruguay y México, los bocinazos ensordecieron las calles de Montevideo. Coches, taxis, camionetas escolares, ómnibus y motocicletas de repartidores lucían con orgullo las banderitas uruguayas.
La ciudad despertó, al fin, de la inusual tranquilidad en la que estaba sumida durante el partido. “¡Vamo’ arriba la celeste!”, gritaban personas que salieron a festejar la victoria de la selección uruguaya frente a México, con la que clasificaron a octavos en el Grupo A del Mundial.
El que quería hacer unos mandados e ir al supermercado o al centro comercial, tenía la oportunidad perfecta para hacerlo a partir de las 11 de la mañana, cuando comenzó el partido. Por Montevideo no volaba ni una mosca.
En el Montevideo Shopping, que es un hervidero a cualquier hora del día, casi no había compradores. Lo que sí se veían eran vendedores prendidos de los televisores puestos en muchos comercios, incluso los de indumentaria y las jugueterías. El ambiente era silenciosamente tenso.
Quien buscaba agitación juvenil, en cambio, fue al Emporio de la pizza, un restaurante ubicado en Bulevar España y Libertad. Allí jóvenes veinteañeros golpearon las mesas haciendo temblar los porrones de cerveza, que consumieron a raudales. Para ser más precisos: unos 60 litros en dos horas, dijo el dueño del local, Oscar Morales, a voanoticias.com.
“¡Está buenísimo esto!”, exclamó Lucía Bairo, una estudiante de Arquitectura de 20 años que fue al bar con cuatro amigas de la facultad. “Uruguay jugó muy bien y fue un sufrimiento, pero salimos primeros en el equipo. ¡A seguir así, che!”, dijo, con la voz ya un poco afónica.
Stefania Marella, de 21, aseguró que el Emporio de la pizza se convirtió en una cábala para ellas, ya que cuando fueron a ver el partido contra Sudáfrica, Uruguay ganó 3 a 0. Ahora, con la victoria contra México, consolidaron sus supersticiones.