Hace unos días, una delegación de funcionarios de alto rango del Gobierno de Estados Unidos viajó a Venezuela para reunirse con el presidente Nicolás Maduro y otros miembros de su gabinete, a fin de abordar la situación de la “seguridad energética” y el “estado de salud” de los estadounidenses arrestados en el país.
Es la primera vez que ocurre este tipo de encuentro desde 2019, cuando ambos países rompieron relaciones diplomáticas después de que Estados Unidos, al igual que la mayor parte de las naciones de la comunidad internacional, reconocieran a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
El interés de la Casa Blanca por esta reunión se producía días después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciara un paquete de sanciones contra el Kremlin, entre las que se encontraba la prohibición a la importación de gas y petróleo ruso.
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Esos castigos han provocado un drástico aumento en los costos del combustible, llegando a precios récord en Estados Unidos. Es por esta razón, según apuntaban algunos analistas consultados por la Voz de América, que la administración estadounidense quiso mover ficha y acceder a sentar en la misma mesa con Maduro, considerado una amenaza para la región por estar acusado de ser el responsable de una trama de corrupción y narcotráfico.
Sin embargo, la reunión que por la parte de EE. UU. estuvo liderada por el subsecretario adjunto para el Hemisferio Occidental, Juan González, ha generado distintas reacciones entre la clase política del país norteamericano.
“No necesitamos ni una gota de petróleo venezolano”
El Senador por Florida, el republicano Marco Rubio, a través de un mensaje difundido en sus redes sociales, defendió que a Estados Unidos “no le hace falta ni una gota del petróleo de Nicolás Maduro ni de Venezuela” y señaló a la cúpula del Palacio de Miraflores como unos “corruptos” e “incompetentes” que “producen menos del 1% del petróleo mundial en estos momentos”.
En su opinión, EE. UU. es capaz de producir dentro del país el petróleo que ahora no dispone a causa de las sanciones a Rusia. “Nosotros importamos 200.000 barriles al día de Rusia y nosotros, fácilmente, producimos eso en este país sin tener que dar dinero que va a ir directo a su bolsillo”, decía Rubio.
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Al mismo tiempo, aseguró que esta reunión supone una “traición” para el exilio venezolano en Estados Unidos. “Es un bochorno y una pena que hayan abandonado y traicionado a aquellos que estén peleando por la libertad de Venezuela”, indicó.
“La libertad de Venezuela no es negociable”
En esa línea, el congresista también republicano por Florida, Mario Díaz-Balart, recordó que el Gobierno de Maduro “es una dictadura que ha estado bajo investigación por crímenes contra la humanidad” y expresó su rechazó porque “esta administración (estadounidense) parece estar empecinado en ayudar a todo dictador antiamericano con tal de que la energía no se elabore y no se extraiga de Estados Unidos”.
“No lo vamos a permitir porque la libertad de Venezuela no es negociable”, dijo Díaz-Balart insistiendo en que “Venezuela tiene que ser libre” y que “ningún tipo de obsequio o apaciguamiento a esa dictadura es aceptable”.
División de opiniones también entre los demócratas
En la bancada demócrata también hay división de opiniones al respecto.
El Senador Bob Menéndez expresó su preocupación por el futuro de la región si finalmente se acaba negociando la compra de petróleo venezolano.
“Tengo serias preocupaciones porque corremos el riesgo de perpetuar una crisis humanitaria que ha desestabilizado a América Latina y el Caribe durante toda una generación”, apuntó el político, considerado el demócrata de más alto rango de la Cámara Alta estadounidense.
Oposición de Menéndez
“Nicolás Maduro es un cáncer para nuestro hemisferio y nada de lo que hagamos le debería dar nueva vida a su reino de tortura y asesinato. Como tal, me opongo clara y rotundamente a cualquier esfuerzo que rellene los bolsillos de los oligarcas del régimen de Maduro con dinero del sector petrolero mientras que Maduro sigue privando al pueblo venezolano de sus derechos humanos, libertades e incluso necesidades básicas como un plato de comida”, agregó al respecto.
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Sin embargo, otras figuras en las filas demócratas apoyan la decisión de la Casa Blanca.
El representante demócrata Gregory W. Meeks, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja, dijo que “ahora tenemos una oportunidad real de avanzar en negociaciones significativas entre el presidente Maduro y la oposición” gracias al acercamiento de Estados Unidos y su interés en la compra de petróleo.
“Es importante que Estados Unidos sea un interlocutor creíble y cumpla con los compromisos que asumimos en apoyo de una resolución diplomática y pacífica de la larga crisis política en Venezuela”, recalcó.
Al mismo tiempo, denfendió que “la administración Biden debe tomar las medidas necesarias para suspender las sanciones petroleras a Venezuela en apoyo de las negociaciones mientras mantiene la presión necesaria sobre los violadores de derechos humanos y los actores corruptos en Venezuela a través de sanciones individuales”.
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