Una década después del comienzo de la guerra en Afganistán, el hombre que la provocó tras haber llevado a cabo los ataques del 11 de septiembre de 2001, Osama bin Laden está muerto y su organización, al-Qaeda, debilitada. Pero el conflicto aún continúa y se ha convertido en la guerra más larga en la que Estados Unidos se ha involucrado.
Cientos de afganos protestaron en las calles de Kabul, la capital, para pedir la retirada inmediata de las fuerzas internacionales que están en el país desde la invasión del 7 de octubre de 2001 que derrocó del poder a los talibanes.
Durante la protesta, los manifestantes quemaron algunas banderas estadounidenses y portaron carteles contra los más de 130.000 soldados extranjeros que permanecen en Afganistán, en su mayoría estadounidenses.
Aunque en junio de este año el presidente de EE.UU., Barack Obama, anunció el comienzo de la retirada de 33.000 soldados llegados a ese país como parte de un refuerzo militar en 2009, los choques armados con los guerrilleros talibanes lejos de reducirse se han intensificado.
Menos de dos meses después de que fuerzas especiales estadounidenses dieran muerte en Pakistán a Osama bin Laden, el presidente Obama declaró que la marea de la guerra estaba “bajando”.
Sin embargo, en un informe al Congreso la semana pasada admitió que aún siguen en pie “enormes retos” y precisó que EE.UU. se halla “en el comienzo, no el final” de los esfuerzos por poner fin al conflicto.
Hasta ahora, 1.800 estadounidenses han muerto en esa guerra, cuyo costo material para EE.UU. desde 2001 se eleva a más de $400.000 millones de dólares.
Las fuerzas de la coalición han empezado a transferir la responsabilidad militar en materia de seguridad a la policía y al ejército afganos, en un proceso gradual que debe concluir con la retirada total de todas las tropas de combate extranjeras de ese país para fines de 2014.
Según el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, el proceso de transición de mandos sigue su curso y “no se descarrilará”.
Pero desde que ese proceso dio inicio a principios de año los talibanes han llevado a cabo una serie de ataques de envergadura como el que tuvo lugar hace menos de un mes contra la embajada de EE.UU. y el cuartel de la OTAN en Kabul.
En el más reciente de ellos, este jueves, los guerrilleros abrieron fuego contra un autobús civil, mataron a un hombre y a un niño e hirieron a 16 personas en la provincia sureña de Helmand.
Sólo un día antes, los cuerpos de inteligencia afganos dijeron haber arrestado a seis sospechosos de estar relacionados con un complot para asesinar al presidente, Hamid Karzai.