Por órdenes de la policía, el agente de la TSA pasó desangrándose durante 33 minutos sin ser atendido por los paramédicos que estaban presentes en el aeropuerto.
El agente salvadoreño que murió en el tiroteo del Aeropuerto de Los Ángeles el 1 de noviembre, estuvo 33 minutos desangrándose sin ser atendido por los paramédicos.
Según dos funcionarios policiales que hablaron a condición de no ser identificados, la misma policía fue la que impidió que se atendiera a Gerardo Hernández, agente de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), preocupada de que el tiroteo continuara o de que hubiera alguna otra amenaza de seguridad.
No obstante, a excepción de los primeros 5 minutos, no hubo amenaza alguna porque el sospechoso, Paul Ciancia, fue herido de bala y ya estaba arrestado.
Un policía de Los Ángeles revisó varias veces a Hernández y dijo en repetidas veces que estaba muerto; posteriormente se le colocó en una silla de ruedas y se le llevó en ambulancia hasta un hospital, donde llegó ya sin signos vitales.
Un médico especializado en emergencias, David Plurad, dijo a la agencia Associated Press, que cuando a alguien lo hieren de bala y está desangrándose hay que tratarlo de inmediato para detener la hemorragia.
Las autoridades aún analizan las comunicaciones entre la policía y los socorristas del cuerpo de bomberos para tratar de determinar si se siguieron los procedimientos establecidos y si los paramédicos pudieron haber asistido a Hernández con mayor prontitud.
Representantes de la Policía de Los Angeles, los Bomberos de Los Angeles y la Policía del Aeropuerto de Los Angeles dijeron que no podían comentar sobre la investigación hasta que concluya.
Según dos funcionarios policiales que hablaron a condición de no ser identificados, la misma policía fue la que impidió que se atendiera a Gerardo Hernández, agente de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), preocupada de que el tiroteo continuara o de que hubiera alguna otra amenaza de seguridad.
No obstante, a excepción de los primeros 5 minutos, no hubo amenaza alguna porque el sospechoso, Paul Ciancia, fue herido de bala y ya estaba arrestado.
Un policía de Los Ángeles revisó varias veces a Hernández y dijo en repetidas veces que estaba muerto; posteriormente se le colocó en una silla de ruedas y se le llevó en ambulancia hasta un hospital, donde llegó ya sin signos vitales.
Un médico especializado en emergencias, David Plurad, dijo a la agencia Associated Press, que cuando a alguien lo hieren de bala y está desangrándose hay que tratarlo de inmediato para detener la hemorragia.
Las autoridades aún analizan las comunicaciones entre la policía y los socorristas del cuerpo de bomberos para tratar de determinar si se siguieron los procedimientos establecidos y si los paramédicos pudieron haber asistido a Hernández con mayor prontitud.
Representantes de la Policía de Los Angeles, los Bomberos de Los Angeles y la Policía del Aeropuerto de Los Angeles dijeron que no podían comentar sobre la investigación hasta que concluya.