Los bombardeos rusos en apoyo al gobierno sirio han logrado cortar las rutas de abastecimiento de los rebeldes sirios en los alrededores de la ciudad Aleppo y miles de sus habitantes han iniciado el éxodo antes de quedar aislados.
La ofensiva rusa coincide con el fracaso de las negociaciones de paz en Ginebra y aumenta la sospecha que su objetivo fue siempre socavar los esfuerzos de paz.
El primero en expresarlo fue el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, que condenó la “"ofensiva brutal dirigida por el régimen sirio, con el apoyo de Rusia, y aseguró que “ni el régimen de Bashar al-Asad ni los que le apoyan querían contribuir de buena fe” a la negociación.
El jueves, tropas del gobierno sirio capturaron varias aldeas en los alrededores de Alepo. Las rutas de aprovisionamiento con Turquía, por donde pasan la mayor cantidad de pertrechos de guerra, quedaron esencialmente cortadas.
Aleppo ha estado en manos rebeldes desde 2012 y su caída podría convertirse en el golpe decisivo que acabe con la rebelión contra el régimen sirio que dura ya cinco años.
La batalla también tiene el potencial de disparar una nueva crisis humanitaria. “Hay mucha gente en movimiento”, dijo el director de operaciones de la agencia Mercy Corps, Rae McGrath. “Esta es ciertamente la peor situación desde que comenzó la guerra”.