El gobierno argentino decidió blindar sus fronteras para evitar el impacto de una segunda ola del nuevo coronavirus, ante el alza de casos en los vecinos Chile, Brasil y Uruguay.
De esta manera, el presidente Alberto Fernández decretó el cierre de las entradas por aire, mar o tierra, tanto para visitantes como para residentes.
“Necesito pedirle a toda la sociedad un enorme compromiso para cuidarnos, para que el COVID, no nos vuelva a aislar”, dijo Fernández.
El presidente advirtió que la pandemia no ha terminado.
Argentina tiene hoy más de 55.000 muertos, 2,3 millones de infectados y entre 10.000 y 13.000 contagios diarios. Las cifras van en aumento con la llegada del otoño-invierno austral.
“La cepa Manaos, la P1, de Brasil, que está afectando a varios países en el continente americano, ya la tenemos en Argentina, con pocos casos, pero tenemos que evitar que se disemine”, explicó el epidemiólogo Eduardo López
La vacunación va lenta y sólo la ha recibido el 1% de la población, de vacunas recibidas de China y Rusia.
Entre abril y mayo se espera el cargamento más importante, con 4,4 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, según ministra de Salud, Carla Vizotti.
“Un nuevo desafío ahora, de implementar la campaña de vacunación más grande de nuestra historia, en un contexto de dificultades en la producción mundial de vacunas, con dificultades grandes en el acceso todos los países a las vacunas y de todos los laboratorios”, declaró la funcionaria.
Argentina alivió en febrero y marzo muchas restricciones impuestas desde el inicio de la pandemia hace un año, y permitió la reapertura de bares, cines y restaurantes, con algunas limitaciones, tras una disminución de nuevos casos de COVID-19 y de hospitalizaciones
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