Colombia ocupa el puesto 21 en el mundo en casos de COVID-19 y el sexto en el continente en cantidad de contagios, pero recientemente los infectados se incrementaron de manera exponencial al pasar de algo más de 30.000 el 1 de junio al triple de la cifra casi al final del mes.
Mientras el gobierno implementa medidas para evitar la expansión del virus y aplanar la curva de contagios, las cifras de casos positivos y muertes han continuado aumentando y Colombia ya superó en las estadísticas a China, origen de la pandemia, sin haber llegado a su “pico” de la epidemia, que podría ser en agosto.
Varias son las razones que, según los expertos consultados por la Voz de América, contribuyen al aumento en los contagios y las muertes por el COVID-19.
Entre ellas se destacan la desobediencia social, la fatiga de la comunidad por el largo confinamiento, la obligación de salir a la calle por las necesidades vitales insatisfechas y la reactivación en varios sectores de la economía.
Al menos un 60 por ciento de los habitantes del país han retomado muchas de sus actividades, a pesar de que el ministerio de Salud ha implementado estrictos protocolos de bioseguridad para la reapertura económica.
Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali, una de las ciudades más afectadas por la pandemia, indica que a tres meses y medios de iniciado el confinamiento obligatorio, la población ya está cansada del encierro y a pesar de las prohibiciones busca esparcimiento.
“Tenemos una fatiga de cuarentena, ya después de tantos días de aislamiento y de encierro las comunidades comienzan a demandarnos a nosotros espacios culturales, de servicios lúdicos, de encuentro ciudadano”, dijo Ospina.
Añadió que también sectores económicos como restaurantes, bares y otros sitios de entretenimiento están reclamando reabrir sus puertas.
Por su parte, el sociólogo Jair Vega, afirma que Colombia históricamente ha sido un país donde no se respetan las normas y la orden de confinamiento no ha sido la excepción a pesar del riesgo potencial, lo cual se ve agravado por las carencias socio-económicas de un alto porcentaje de la población.
“Nosotros tenemos una tasa de empleo informal muy alta, que es gente que no se puede quedar en cuarentena, sino que tiene que salir a la calle en busca de su sustento”, explicó Vega.
En su opinión, más allá de aplicar las medidas autoritarias del gobierno se debe dar un acompañamiento a las comunidades con trabajo pedagógico y la generación de condiciones de autocuidado a través de una amplia movilización social.
Otro psicólogo, Juan Pablo Díaz, señala que la desobediencia de los colombianos en medio de la emergencia sanitaria también obedece a factores como no creer en la pandemia o la pérdida de miedo a las consecuencias de un eventual contagio.
“Es que tenemos una tendencia a creer que a nosotros no nos va a pasar, como una sensación de no creerme ser humano, de creerme Superman, que eso solo le pasa a los demás”, dijo el profesional.
Mientras, en Bogotá, donde la ocupación de las unidades de cuidados intensivos está por encima del 70 por ciento, la alcaldesa de la ciudad, Claudia López, advirtió que de no ampliarse este rango en cuestión de días se puede retornar a la cuarentena estricta.
En varias regiones del país, los alcaldes han implementado medidas como el toque de queda, restricciones por género, la ley seca, entre otras, pero las multas por incumplir las prohibiciones y, más grave aún, las cifras de contagiados no disminuyen.