Con menos limitaciones de movilidad y nuevas flexibilizaciones de países que empiezan a abrir sus economías con la pandemia aún vigente, el tránsito de migrantes vuelve a poco a poco acercarse a los números que se tenían antes de la llegada del COVID-19.
Con la apertura de varios puntos fronterizos en Colombia, un país de tránsito de migrantes, estos empiezan a llegar con el propósito de seguir su ruta hacia Estados Unidos. Muchos de ellos cubanos, haitianos y africanos que llegan hasta el Golfo de Urabá a planificar su viaje por el Tapón del Darién, un peligroso corredor selvático que por su propio medio natural y por los grupos armados ilegales se convirtió en un infierno para los migrantes que intentan cruzarlo.
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El portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), César Mesa, le contó a la Voz de América, sobre la situación que viven los migrantes en este punto a la espera de hacer tránsito hacia Centroamérica por el Darién.
“A pesar del esfuerzo del Estado Colombiano y de las alcaldías locales, el fenómeno migratorio con dirección a Estados Unidos todavía requiere mayor esfuerzo en su atención y en su prevención de situaciones de violaciones de Derechos Humanos. Por eso necesitamos seguir construyendo campañas más fuertes para la atención del fenómeno y las vulneraciones que se generan en los recorridos”, comentó Mesa.
A pesar de los peligros, el sueño por un mejor futuro no aleja a los cientos de migrantes de esta peligrosa ruta por el Tapón del Darién, por la que en los últimos 4 años, más de 46.500 migrantes han cruzado por esta selva.
En ese sentido, César Mesa, dijo que este no es un fenómeno nuevo y si un fenómeno histórico por lo que se trabaja con entidades del Gobierno colombiano y panameño y otras organizaciones internacionales, para evitar la vulneración de los Derechos Humanos de los migrantes.
“El fenómeno migratorio pasando de Colombia a Panamá, como tránsito hacia centroamérica es un fenómeno histórico, sin embargo, en los últimos 5 años hemos visto un aumento en la visibilidad del fenómeno. Esto obedece a la situación social de sus países, por eso como Acnur hemos instado a que el recorrido se haga de manera ordenada y segura, en cumplimiento estricto de garantías de los Derechos Humanos”, reveló Cesar Mesa, El portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
A pesar de los esfuerzos por garantizar a los migrantes un tránsito seguro, ellos saben que al adentrarse en el corredor selvático, se exponen a muchos peligros y a caer en manos de los narcotraficantes y grupos armados.
“Llevo 15 días aquí en Capurganá. En Turbo duré seis meses porque no podía salir porque todos mis compañeros que han salido adelante los han estafado en la selva y los han violado. Entonces no he podido salir porque he gastado todo el dinero en la renta, y ahora no sé cómo salir de aquí porque la selva no es segura”, dice Odaris Santa Cruz, migrante cubana, que se encuentra entre la espada y la pared por el temor salir hacia el Darién y exponerse a miles de peligros.
Como Odaris, se encuentran otros de sus compatriotas que ya han intentado atravesar el Darién, sin embargo, la situación no fue la mejor y tuvieron que retornar a territorio colombiano a la espera de encontrar un mejor panorama.
“El sueño de nosotros es llegar a Estados Unidos, no queremos quedarnos en ningún país haciendo estorbo. Se nos están acabando los recursos y no hemos podido tampoco hacerlo en lancha o en barco. Ahora el único camino es la selva y en este momento representa un peligro”, cuenta Leonel Trujillo, emigrante cubano, que espera junto a su familia y demás acompañantes a que la situación mejore.
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