Como si tuviera el juramento hipocrático atado al pecho, por dondequiera que va, el médico cubano Dairon Elisondo Rojas se pone a curar a los demás. Lo hace incluso durante la angustiosa espera de una visa que le permita entrar definitivamente a Estados Unidos.
Allí, en el campamento para inmigrantes en Matamoros, México, del otro lado de Brownsville, Texas, Elisondo da consejos a quienes se deprimen, anima a los niños, recorre varias especialidades médicas como un mandato y saca tiempo para hablar con la Voz de América.
“La mayoría de los pacientes aquí sufren de ansiedad y depresión. A veces, muchos de ellos afirman que tienen pérdida de apetito, que se sienten deprimidos”, explica el galeno al tiempo que remarca las difíciles condiciones en que viven entre la zozobra y la incertidumbre.
“En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos…”, dice el juramento hecho por Hipócrates hace más de 2.000 años. Elisondo parece tenerlo marcado en la piel, y es lo que impulsa su decisión de poner manos a la obra en el campamento.
El campamento de Brownsville-Matamoros es una residencia temporal de centroamericanos, haitianos, cubanos y venezolanos que esperan su cita de asilo para poder ingresar a Estados Unidos.
Dairon, de 29 años, está por cumplir un año en el lugar y el próximo 23 de junio será su presentación ante la corte, que le dará la ansiada visa o le haría echar abajo todos los sueños.
Para llegar a Matamoros, salió en barco desde Panamá y llegó a Chiapas, un sitio obligado en la aventura de llegar a Estados Unidos.
“Soy de la provincia de Villa Clara, específicamente Santa Clara”, y explica que procede de un barrio peligroso. “No quería seguir el ejemplo de quienes vivían allí. Muchos de ellos están muertos. Muchos están encarcelados. Y no quería ese futuro para mí”.
Especializado en cuidados intensivos, el médico cubano ha visto el campamento como una gran oportunidad para extender su experiencia profesional.
“[La situación] aquí ha sido similar a lo que aprendí durante toda la escuela de medicina. Un poco de pediatría, un poco de ginecología, [un poco] de cada especialidad que aprendí, y es lo que estoy haciendo aquí”, relata.
En la improvisada clínica, Dairon se las ingenia para observar las medidas de protección del lugar, alertar sobre la higiene y dar consejos a quienes se recuperan de sus dolencias.
Cuba, una paradoja en sí misma
Cuba ha tenido varias oleadas migratorias hacia Estados Unidos que han marcado su historia desde 1959, año en que el ya fallecido expresidente Fidel Castro llegó al poder: la de septiembre de 1965 por Camarioca; la del Mariel en 1980; la Crisis de los Balseros en 1994 y una más silenciosa que habría comenzado en 2015 y que llevó a miles de cubanos a atravesar las selvas latino y centroamericanas para llegar a México y de ahí a EE.UU.
Sin embargo, asegura Dairon Elisondo, muchos cubanos se van, pero no quieren irse.
“¿Qué puedo decir sobre Cuba? Cuba, Cuba, Cuba... si le preguntas a cualquier cubano, él te dirá que te vayas. Pero no lo haces porque no te guste Cuba”, explica en el intento de explicarlo para sí mismo.
“El problema es nuestro gobierno, que nos ha esclavizado durante toda nuestra vida. Nuestro gobierno no ha permitido que nuestro país brille, llegando a un gran nivel en recursos humanos, calidad de vida y nuestro conocimiento", señala.
La vida del emigrante
No siempre los sueños coinciden con la realidad. Emigrar es abrir una caja de Pandora.
“Estás contento la primera vez que llegas. Pero no mucho después de llegar aquí, ves que a veces [los agentes de la frontera] son groseros con uno”, señala.
Durante la administración de Bill Clinton en 1995 se estableció la ley de “pies secos, pies mojados”, a los cubanos que pisaban tierra estadounidense se les otorgaba directamente un permiso temporal de permanencia (parole) que les impedía ser devueltos a la isla.
Al término de la segunda administración de Barack Obama, el 12 de enero de 2017, el mandatario eliminó la ley y los cubanos han tenido que enfrentar las cortes para la petición de asilo, y algunos han sido devueltos de donde escaparon.
Dairon ha notado, según dijo a la VOA, que en algo ha cambiado la conducta de los guardias de inmigración para con los antillanos. “[En el pasado] se sabía que [el cubano] recibió un tratamiento prioritario y fue tratado mejor. Pero ahora, no es así. Eres como una persona más, solo otro inmigrante”.
También lea EE.UU. anticipa audiencias de Protección de Migrantes en México para el 17 de julioLos Protocolos de Protección de Migrantes son parte de una política creada en 2019 que otorga a los guardias fronterizos estadounidenses la autoridad para devolver a los migrantes no mexicanos que cruzan la frontera sur de regreso a México, a medida que sus solicitudes de asilo se procesan en los tribunales de inmigración en EE.UU.
“El dicho popular entre los inmigrantes es que, cuando vas a la corte, te envían a la primera corte, luego a la segunda corte, y luego se ralentiza”, comenta el galeno.
Pero las decisiones, asiente Dairon, puede tardar “uno, dos, tres, seis meses”, no hay una fecha específica.
"No tengo otra opción que esperar a la corte final y ver qué sucederá”, concluye resignado.
(Esta historia está basada en un reportaje de televisión de Lexie Harrison-Cripps y Bárbara Santos, VOANews)