El racismo y la injusticia racial mostraron sus rostros en 2020 en Estados Unidos. Las imágenes de ciudadanos afroestadounidenses siendo baleados o asfixiados por policías blancos desataron violentas protestas en todo el país. Pero ese mal no es exclusivo de Estados Unidos.
En América Latina, el racismo está vivito y coleando.
La población negra mestiza, afrolatina y afrocaribeña alcanza en Latinoamérica unos 150 millones de personas, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Brasil encabeza la lista con mayor población afrodescendiente, y también con los más altos índices de discriminación racial y criminalización de la población negra.
Luana Genot es la fundadora del Instituto de Identidades de Brasil, una organización que busca reducir la desigualdad racial en el ámbito laboral.
“Cuando voy a intentar acceder a un mercado de trabajo, la persona mira mi color de piel, mi cabello y dice, no tiene el perfil”, explica Genot.
Afirma que la muerte de George Floyd a manos de un agente de policía, no es un hecho aislado.
“No es una novedad. Aquí en Brasil cada 23 minutos una persona negra es asesinada”, afirmó.
Andrea Ardila, nació en Miami, su padre es colombiano. Es veterana de guerra de Estados Unidos y fue una de miles de personas que salió a las calles para protestar contra la brutalidad policial.
“Yo he estado en Iraq, Afganistán, he estado en espacios donde me han tocado unas luchas diferentes, pero siento que en este momento este país no me representa a mí, y no representa a las comunidades afro y latinas”, dijo Ardila.
Mientras el mundo mira lo que sucede en Estados Unidos, Andrea asegura que en Colombia pasa algo similar, por eso levantó el nombre de Anderson Arboleda, un joven que murió en la misma semana en que murió George Floyd, después de recibir una golpiza por parte de la policía, por encontrarse supuestamente afuera de su casa durante la cuarentena.
“Es un momento muy importante para resaltar el nombre de Anderson y conectar las luchas afro que son globales, no regionales, explicó Ardila.
Si se trata de comparar la forma en la que opera la fuerza pública en Estados Unidos y en América Latina, el director de Human Rights Watch asegura que el panorama no es exactamente idéntico, aunque es igualmente preocupante.
“La policía de Estados Unidos, en general, porque hay matices y diferencias, dependiendo de los estados, pero en general (...) es una policía que cae en prácticas discriminatorias, que pueden perfectamente ser calificadas como racistas”, dijo a la Voz de América José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch.
Para algunos expertos, el proceder actual de algunos miembros de la policía en Estados Unidos hacia los afroestadounidenses es incluso mucho más cuestionable que los linchamientos en tiempos de la segregación.
“Esto está hecho por las fuerzas del orden público, es decir, está siendo hecho por las fuerzas que son pagadas por los contribuyentes americanos (...) Es como si ellos estuvieran pagando para ser asesinados”, lamentó Alejandro de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afroestadounidenses de la Universidad de Harvard.
Aunque muchas sociedades la asumen como superada, la controversia racial subyace en sus colectivos. Con manifestaciones diferentes y a pesar de las históricas protestas que marcaron el 2020, este sigue siendo un asunto no resuelto en Estados Unidos y en Latinoamérica.
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