El presidente boliviano Luis Arce convocó el viernes a su exaliado y ahora acérrimo rival, el exmandatario Evo Morales, a un diálogo para frenar una marcha hacia La Paz para protestar por la crisis económica y lograr su reconocimiento como candidato del oficialismo a los comicios presidenciales de 2025.
Junto a miles de seguidores Morales (2006-2019) prevé ingresar el lunes a La Paz. La marcha partió el martes desde la región de Oruro, a unos 190 kilómetros, y va encabezada por el exmandatario.
Morales ha dicho que la marcha es “una respuesta del descontento del pueblo hacia el gobierno que no hace nada para solucionar la crisis”.
También lea Expresidenta de Bolivia Jeanine Áñez enfrenta juicio por muerte de manifestantesEn un intento por neutralizar la protesta, seguidores y sindicatos que respaldan a Arce han convocado a una concentración el domingo.
“Invitamos a Evo Morales el viernes a entablar un diálogo para que deje de llevar a su militancia y al pueblo a un enfrentamiento entre hermanos”, dijo la ministra de la Presidencia, María Nela Prada. “Vamos a concentrarnos el domingo para no dejar ingresar la marcha de Morales que no tiene intereses pacíficos”, dijo a su vez el dirigente de un sindicato oficialista, Fidel Surco.
Pero el exministro Carlos Romero, vocero del exmandatario, dijo que “no hay claridad en la invitación y hay el temor de que Morales sea detenido”.
La marcha ha intensificado la rivalidad entre Arce y Morales por el control del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) de cara a las elecciones presidenciales del próximo año y está caldeando más el clima político y social del país en medio de una crisis económica que el gobierno de Arce no ha podido sortear, según analistas.
“Este es un problema entre masistas (integrantes del MAS). Que no molesten al pueblo, que solucionen entre ellos sus asuntos, el pueblo tiene otras preocupaciones”, comentó el dirigente vecinal de El Alto, Juan Saucedo.
También lea Evo Morales continúa la marcha contra la crisis económica y en defensa de su candidatura en BoliviaLa figura política de Morales ha vuelto a polarizar al país desde la crisis de 2019 cuando renunció tras unas fallidas elecciones denunciadas como fraudulentas por la Organización de los Estados Americanos (OEA) en las que buscaba una tercera reelección. Las protestas provocaron la muerte de 37 manifestantes entre seguidores y detractores del exmandatario.
Las rivalidades políticas han hundido en una crisis severa al MAS, que gobierna desde hace 17 años, y parece estar viviendo un momento crucial de definiciones en torno a su liderazgo, dijo el analista y profesor universitario Marcelo Silva. Un tercer líder podría ayudar a zanjar la disputa, de acuerdo con varios analistas.
La dividida oposición de centro y de derecha está expectante sobre la pelea oficialista sin un proyecto alternativo claro, lo que alimenta la incertidumbre sobre el futuro político del país andino.
Morales se autoproclamó candidato a pesar de un fallo del Tribunal Constitucional que lo inhabilita. “Morales sabe que la batalla legal está perdida y recurre a su mejor arma, la protesta de calle”, según Silva.
Arce fue el ministro estrella de Morales como titular de Economía por una década cuando el país disfrutó de la bonanza de los altos precios de las materias primas. La crisis económica actual parece estar debilitando políticamente al mandatario, quien podría buscar la reelección aunque hasta ahora no se ha postulado oficialmente.
A la disputa política se suma la crisis económica. Bolivia sufre una escasez de dólares —primordiales para importar materia prima para el sector productivo— y una baja en la producción de hidrocarburos que obliga al gobierno a comprar combustibles que paga a precios internacionales y vende a un valor subsidiado, lo que ha mermado las reservas e influye en la subida de los precios de la canasta básica.
La marcha de Morales no es la única manifestación contra el gobierno de Arce.
Desde hace cinco días un sindicato de indígenas aymaras mantiene bloqueada una carretera que lleva al turístico lago Titicaca y al sur de Perú. Los denominados “ponchos rojos” se movilizan por demandas para sus comunidades rurales.
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