Líderes rusos y de la Unión Europea concluyeron una cumbre caracterizada por desacuerdos sobre derechos humanos, comercio y otros asuntos.
Después de la reunión en las afueras del centro turístico ruso de Samara, la canciller alemana, Angela Merkel, expresó preocupación porque no se permitió que activistas opositores viajaran al lugar para manifestar.
Merkel dijo que la medida policial para impedir protestas violentas podría ser justificada, pero no el arresto de personas que no han hecho nada.
El presidente ruso, Vladimir Putin, desestimó las acusaciones diciendo que las autoridades, en la mayoría de los países, llevan a cabo arrestos para impedir la violencia.
Putin acusó a los países bálticos de Letonia y Estonia de discriminación contra la minoría de habla rusa.