La policía iraquí indicó que una serie de explosiones cerca de lugares de alto perfil en Bagdad mató al menos a 95 personas e hirió a más de 310.
Los hospitales iraquíes no se daban abasto con el número de heridos, incluso se ha reportado que algunas víctimas no fueron atendidas por falta de espacio para atenderlas.
Las explosiones, que atacaron varios edificios gubernamentales, sucedieron con minutos de diferencia, lo que indica que hubo un gran nivel de coordinación de parte de los atacantes. Asimismo, dos camiones llenos de explosivos pudieron pasar varios puntos de revisión para llegar al centro de la ciudad, lo que indica grandes brechas de seguridad.
Los ataques ocurridos hoy marcaron el día más sangriento en la capital iraquí desde que las tropas de combate de Estados Unidos se retiraran de las zonas urbanas el 30 de junio, y son los más recientes de una serie que azotan a la nación en vísperas de las elecciones que se realizarán a principios del próximo año.
El profesor Abdallah Al-Ashaal, de la Universidad Americana en Cairo, dice que la situación resulta en un dilema para los iraquíes y para Estados Unidos.
"Estados Unidos quiere salir de Irak tan pronto como sea posible, de acuerdo a su plan, y a la vez quieren dejar a Irak sintiéndose seguro", dijo.
Para Irak, la violencia produce dudas sobre qué tan bien el gobierno podrá mantener seguros a sus ciudadanos, o qué tan estable podrá ser el país para realizar elecciones.