La cardiología, parte de la medicina que se dedica al corazón, ha tenido enormes progresos desde la década de 1950, cuando los cirujanos colocaron la primera válvula artificial en el corazón humano.
Uno de los pioneros en este campo es el doctor Albert Starr, quien co inventó las válvulas cardiacas que han extendido la vida de millones de personas.
Comienzo temprano
Starr tenía sólo 16 años cuando se matriculó en la Universidad de Columbia, en Nueva York, durante la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, la escuela ofrecía programas acelerados para los jóvenes que se iban a la guerra.
A sus 22 años, Starr ya había completado la escuela de medicina. A pesar que la Segunda Guerra Mundial había terminado, Estados Unidos atravesaba por la Guerra de Corea, y Starr decidió convertirse en médico militar.
"Al principio, yo era un cirujano del batallón en la primera línea, recibiendo disparos. Y luego me trasladaron a un hospital quirúrgico móvil del ejército, un MASH 8076, y pasé un año allí", dice Starr.
Era un campo de entrenamiento perfecto para el futuro de un cirujano del corazón. Después de dejar el ejército, Starr se trasladó al nuevo campo de la cirugía de corazón abierto.
Nuevo campo
"Teníamos muchas limitaciones", recuerda Starr.
"Así que tuvimos que desarrollar un dispositivo mecánico para imitar los pulmones y la acción de bombeo del corazón, esto fue lo que permitió el desarrollo de la cirugía de corazón abierto", explica.
En la década de 1950, en Filadelfia, los investigadores desarrollaron una máquina que bombea la sangre oxigenada a través del cuerpo. Esto ofrece a los cirujanos el tiempo suficiente para tratar de corregir las válvulas defectuosas del corazón.
Un día, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Oregón, Starr recibió una visita de un excéntrico ingeniero llamado Lowell Edwards. Un inventor con muchas patentes a su nombre, Edwards.
Una colaboración creativa
Starr convenció a Edwards de ayudar a desarrollar un reemplazo mecánico de la válvula mitral del corazón, que controla el flujo sanguíneo dentro del corazón.
Su dispositivo consistía en una bola dentro de una caja, que se movía para adelante y para atrás, que permitía el flujo de la sangre en el interior, o el bloqueo de la misma.
El médico experimentó con perros y resolvió varios problemas, como fugas de sutura y la formación coágulos de sangre.
La válvula cardiaca en los humanos
Mientras los perros mostraban síntomas de recuperación, el hospital estaba lleno de pacientes con oxígeno que necesitaban un reemplazo de la válvula.
Hoy en día, cientos de miles de pacientes han tenido este implante, o bien la versión mejorada del diseño de la válvula Starr-Edwards.
Starr ya no practica la cirugía, pero sigue activo como consultor médico, investigador y profesor.