Bibliotecas que inspiran la lectura

Tras el ejemplo de Dajani, ocho bibliotecas públicas se han establecido en las comunidades de todo Jordania, prestando servicio a más de 4.000 niños.

Durante los cinco años que la jordana Rana Dajani y su familia vivieron en Estados Unidos, la biblioteca pública local fue parte de la vida familiar.

“Cuando estaba haciendo mi tesis en Estados Unidos con una beca Fulbright, salía pasar las tardes con mi ratón en el laboratorio y mis hijos, tengo cuatro, empleaban todo su tiempo en la biblioteca pública”, señala Dajani. “Está llena, no sólo de libros, sino también de actividades, voluntariados, sesiones de lecturas, espectáculos de títeres y así sucesivamente”.

Sin biblioteca

Al regresar a su país, la biblioteca era lo que más echaban de menos, ya que “nos dimos cuenta de que no había bibliotecas, y si las había, eran muy pocas. Lo más importante es que no tenían ninguna actividad. Buscamos estadísticas y hallamos que el número medio de páginas que se leen en Oriente Medio es media página al año; en comparación, en Estados Unidos se leen once libros al año. Cuando me digo leer, me refiero a leer por placer, no por educación, porque el nivel educativo en Jordania es bastante alto. Estamos hablando de que la lectura crea la imaginación, pensar más allá, lo que hay más allá de mi entorno más cercano, que hay otras soluciones ahí fuera”.

Dajani trabaja como profesora de biología en la Universidad Hashemite, en Jordania, donde se encontró de cerca con el problema de por qué los niños jordanos no leen.

“La razón de que no lean no era la falta de libros, sino la falta de experiencia, algo aún más importante. Nadie les lee, y para crear el amor a la lectura, hay que leerles a los niños desde temprana edad. Pero nadie lo hace, no es habitual en Jordania”.

Dajani decidió a crear una biblioteca en su barrio, y en 2006 comenzaron con las lecturas y cuentacuentos para niños de entre ocho y diez años. “Los padres arrastraron a sus hijos al principio, pero después eran los niños los que venían por sí mismos”.

Después de cada sesión de cuentacuentos, los niños podían coger una copia del libro y llevársela a casa para leerla con sus padres. El proyecto ‘Amamos la lectura’ creó un cuadro de jóvenes lectores en el barrio.

“La prueba es que cuando colocaban los libros en casa conocían el nombre de los autores, y se recomendaban libros los unos a los otros”.

El sueño de Dajani de ver cómo su proyecto se expandía más allá del barrio, se hizo realidad unos años más tarde. “En 2008 gané un premio de Synergos, una organización asentada en Nueva York que lucha contra la pobreza y la injusticia en el mundo. El premio me facilitó la financiación suficiente para comenzar un programa de entrenamiento de cómo leer en alto para chicas en sus barrios. Compré veinte libros para cada chica, y ya hemos entrenado a 380”.

Ocho bibliotecas públicas se han establecido en las comunidades de todo Jordania, prestando servicio a más de 4.000 niños.

Oportunidades

Dajani se unió a otras activistas, académicos y particulares de todo el mundo en la conferencia de la Iniciativa Global Clinton de 2010, que tuvo lugar en Nueva York. La organización trata de mostrar docenas de innovaciones para solucionar problemas de algunas comunidades mediante mecanismos sostenibles y efectivos.

La bióloga asegura que su participación le dio la oportunidad de expandir su programa y ganar puntos de vista valiosos del activismo social. Durante la conferencia, ‘Amamos la lectura’ se comprometió a establecer cien bibliotecas más en Jordania a lo largo de los próximos cinco años. En la página web de Rana Dajani se explica cómo crear una biblioteca de barrio.