Cuando Stephen Popick y su esposa consiguieron nuevas bicicletas, donaron las que tenían a Bikes for the World.
“Mis bicicletas no se hubieran vendido a buen precio y no hubiera valido la pena hacer una venta de garaje para intentar venderlas”, dijo Popick cuando las dejó en el centro de recolección, “pero podían servirles a alguien más”
Ese es el propósito de Bikes for the World. Keith Oberg, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro, afirma que en casi cada casa estadounidense hay una bicicleta que no está en uso.
“Está arrinconada en la cochera o en el sótano únicamente desgastándose. Bikes for the World les da buen uso en países en vías de desarrollo, las pone en manos de alguien que necesita un medio de transporte para ir a la escuela o al trabajo”.
Bikes for the World recolecta bicicletas no deseadas casi cada fin de semana con la ayuda de voluntarios de la zona de Washington, de donde es originaria la organización.
Keith Oberg, director ejecutivo de Bikes for the World, afirma que la organización es la más grande su tipo en los Estados Unidos.
Ellos envían las bicicletas a organizaciones sin fines de lucro en el extranjero, quienes se encargan de repararlas y distribuirlas.
Oberg comenta que Bikes for the World actualmente tiene socios en 7 países en África y Centroamérica y está trabajando para conseguir más alianzas.
Transforman vidas con bicicletas
“Estas bicicletas regularmente van a personas que sufren carencias, que no tienen posibilidades de un transporte”, afirma Helen Gelband, quien trabaja para la junta del consejo de Bikes for the World. “Tenemos cientos de historias sobre cómo utilizan las bicis y cómo han ayudado a la gente a incrementar sus ingresos, tan solo al tener la posibilidad de cargar más cosas o ir a más lugares”.
Las bicis podrían permitir al servicio de salud rural atender a más pacientes en sus recorridos diarios, ayudar a algún empresario novato a empezar un negocio pequeño de renta de bicicletas, proveer trabajo para reparadores de las mismas, o funcionar para los estudiantes como un incentivo para permanecer en la escuela.
Oberg explica que en algunas comunidades, los estudiantes tienen que caminar 8 kilómetros o más para ir a la escuela.
“Muchos de ellos están motivados con ir a la escuela, pero hay presiones que los hacen abandonarla, cómo tener que ayudar en el campo para ganar dinero”, comenta. “El darle una bici como regalo a un estudiante de secundaria para impulsarlo a cubrir las distancias tres veces más rápido de lo que lo hacían antes, les da la oportunidad de ayudar en casa y seguir estudiando”.
El año pasado, Bikes for the World recolectó y envió 10,000 bicicletas a otros países. Este año esperan superar ese número.