Estados Unidos no solo tendrá un nuevo presidente en las próximas semanas, una figura conocida para la Casa Blanca también regresará a la posición que ocupó hace algunos años. Melania Trump, esposa del presidente electo, volverá a ser primera dama.
Es conocido que durante el proceso de transición, la primera dama en ejercicio invita a la esposa del presidente electo a recorrer las habitaciones privadas y revisar los planos de la Casa Blanca, así como la colección permanente de arte para que la primera dama entrante pueda escoger la decoración que llevará la mansión ejecutiva.
La tradición de que la primera dama incumbente invite a un té a su sucesora data de siglos. Sin embargo, Melania Trump no invitó a Jill Biden a la Casa Blanca tras las elecciones de 2020. Años antes, en 2016, Michelle Obama recibió a la esposa de Trump en la residencia presidencial.
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Recientemente, la actual primera dama Jill Biden, invitó a Melania Trump a visitar la Casa Blanca durante la reunión que sostuvieron el presidente Biden y el presidente electo el 13 de noviembre. Sin embargo, la esposa de Donald Trump declinó la invitación.
“La señora Trump no asistirá a la reunión de hoy en la Casa Blanca. El regreso de su marido a la Oficina Oval para iniciar el proceso de transición es alentador y le desea mucho éxito”, dijo su oficina horas antes del encuentro.
Jill Biden, sin embargo, se unió a su esposo Joe Biden para recibir a Trump en la Casa Blanca, y según portavoces de la administración, le entregó al presidente electo una nota escrita a mano dirigida a su esposa. En la que “expresó la disponibilidad de su equipo para asistir en la transición”.
La reunión entre Biden y Trump en la Oficina Oval duró cerca de dos horas, según la Casa Blanca. Antes de su encuentro, el presidente electo agradeció al actual mandatario por recibirlo en la mansión ejecutiva durante el proceso de transición. En 2020, luego de la victoria de Biden sobre Trump, el entonces presidente no invitó al presidente electo a la Casa Blanca.
Durante la transición, las primeras damas tienen la tarea de apoyar en la mudanza presidencial, transferir sus iniciativas y asistir a eventos de protocolo antes de la toma de posesión del próximo presidente.
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El rol de primera dama no está descrito en la Constitución de EEUU como lo está el cargo del presidente, no es un puesto electo y no tiene un salario asignado. Sin embargo, durante los años su posición ha evolucionado a ser una de alta influencia en la cultura del país.
Además, su cercanía al presidente, hace que se considere una figura importante para proponer causas ante el mandatario. Rosalynn Carter, quien ocupó la posición de 1977 a 1981, fue la primera en tener su propia oficina en el Ala Este de la Casa Blanca, estableciendo oficialmente la “Oficina de la Primera Dama”.
Esta oficina opera bajo la Oficina Ejecutiva del Presidente y por lo tanto, es financiada por el presupuesto asignado a ella.
Expertos de la Universidad Johns Hopkins en Washington estiman que aunque las primeras aproximaciones de la primera dama en EEUU era un rol “ceremonial”, con el tiempo ha reflejado el cambio del papel de la mujer en la sociedad. Algunas han sido vocales en la defensa de la salud y educación.
En el caso de Jill Biden, por ejemplo, llegó a la posición con un trabajo como profesora de inglés, que conservó aún como primera dama. En múltiples ocasiones aparece en eventos culturales en la Casa Blanca y ha sido vocal en causas como la lucha contra el cáncer, el acceso a la educación y el apoyo a familias de militares.
También lea Trump y Biden se reúnen en la Casa Blanca y acuerdan transición pacíficaMelania Trump, por su parte, se consideró una figura un tanto “ausente” de la Casa Blanca, según los historiadores, durante el inicio del pasado mandato de Trump, permaneciendo gran parte del tiempo en Nueva York con su hijo Barron.
La mujer de 54 años, nacida en Eslovenia, ofreció pocos discursos durante la más reciente campaña en la que su esposo buscaba la reelección, sin embargo, tras la victoria de Trump sobre la demócrata Kamala Harris, Melania Trump estará ante una nueva oportunidad de definir su rol como primera dama en un segundo mandato no consecutivo.
En su más reciente libro autobiográfico, apuntó que tiene “un fuerte sentido del deber para usar la plataforma de la primera dama para bien”.
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