Las autoridades de la ciudad de Chengdu, en el suroeste de China, mantuvieron a sus 21 millones de habitantes bajo un estricto confinamiento contra el COVID-19 a pesar del potente sismo que causó al menos 65 muertos en zonas periféricas.
Las imágenes que circulaban por internet el martes mostraron como los operarios, vestidos con trajes de protección enterizos, impedían que los residentes en los edificios de departamentos saliesen por las puertas cerradas de un vestíbulo luego del terremoto de magnitud 6,8 registrado el lunes en la provincia de Sichuan, a la que pertenece la ciudad.
Los edificios en Chengdu y en otras partes del oeste de China se remecieron por el temblor, pero en la ciudad no se reportaron daños. El sismo afectó una zona montañosa del condado de Luding, que se ubica al borde de la Meseta Tibetana, a unos 200 kilómetros (125 millas) de Chengdu, en una zona donde se encuentran dos placas tectónicas.
También lea China impone cuarentena a millones de habitantes por COVIDPese a que no se han registrado más que un puñado de positivos al coronavirus, el confinamiento de Chengdu es el más severo en China impuesto en el país desde el de Shanghái durante el verano, que causó inusuales protestas tanto en persona como en internet.
El autoritario sistema comunista chino exige una estricta adhesión a las medidas dictadas por la dirección central, dominada mayoritariamente por el líder del gobernante Partido Comunista, Xi Jinping.
Los líderes locales, incluido el recién nombrado secretario provincial del partido en Sichuan, suelen ser enviados desde Beijing con un escaso conocimiento de la situación sobre el terreno y con el firme mandato de hacer cumplir los dictados de Xi.
El estricto y a menudo caótico confinamiento de Shanghái derivó en quejas generalizadas sobre la escasez de alimentos, fármacos y acceso a la atención médica. Como muestra de los escasos avances en este sentido, al menos un distrito de Chengdu prohibió incluso pedir comida y café para llevar, según un aviso publicado en internet.
Beijing mantiene su estricta política de “cero COVID” — con pruebas de detección del virus obligatorias, confinamientos, cuarentenas y el uso de mascarilla — a pesar de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de que la mayoría de los países del mundo han tratado de recuperar la normalidad desde la aparición del virus por primera vez en la ciudad de Wuhan, en el centro de China, a finales de 2019.
China reportó el martes de 1.499 nuevos casos de transmisión local, la mayoría de ellos asintomáticos. De ellos, 138 se registraron en Sichuan.
En la histórica localidad de Moxi, en la prefectura autónoma tibetana de Garze, donde hubo 37 fallecidos, el suministro eléctrico quedó interrumpido y se registraron daños en edificios. Se instalaron tiendas de campaña para acoger a las más de 50.000 personas que fueron desalojadas de sus casas, que ya no eran seguras luego del movimiento telúrico, según la agencia noticiosa oficial china, Xinhua.
La televisora estatal CCTV mostró a equipos de rescatistas sacando a una mujer que parecía no estar herida de una casa derrumbada en Moxi, donde muchos de los inmuebles están construidos con una mezcla de madera y ladrillos. De acuerdo con los reportes, alrededor de 150 personas sufrieron heridas de diversa consideración en esa zona.
Otras 28 personas más fallecieron en el vecino condado de Shimian, a las afueras de la ciudad de Ya’an. Además, según los medios estatales, se registraron 248 heridos, en su mayoría en Moxi, y otras 16 personas estaban desaparecidas.
Tres de los fallecidos trabajaban en la zona turística de Hailuogou, una reserva natural de glaciares y bosques.
Además de los decesos, las autoridades reportaron deslaves que causaron daños en viviendas, interrupciones en el suministro eléctrico y dejaron varios atrapados al otro lado de un lago de reciente creación. Un alud bloqueó una carretera rural, dejándola llena de rocas.
El terremoto y el confinamiento por el COVID-19 se produjeron tras una ola de calor y una sequía que han provocado escasez de agua y cortes de electricidad debido a la dependencia de Sichuan de la energía hidroeléctrica.
El terremoto más letal registrado en China en los últimos años fue uno de magnitud 7,9 que mató a casi 90.000 personas en Sichuan en 2008. Ese temblor arrasó pueblos, escuelas y aldeas rurales a las afueras de Chengdu.
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