El amor de los estadounidenses por los automóviles es antológico pero los chinos parecen haberles tomado ahora la delantera.
Cientos de libros han sido escritos acerca de la “cultura del automóvil” y del “enamoramiento” que tienen con ellos los estadounidenses, pero ya EE.UU. no es el mayor mercado automotriz del mundo porque China lo desplazó.
La revista Time cita un informe de J.D.Power según el cual en el 2010 los consumidores chinos e indios juntos compraron cerca de 20 millones de vehículos nuevos. Eso es 70 por ciento más automóviles que los que adquirieron ese año los estadounidenses.
Pero no es sólo el boom de la economía que tiene lugar en Asia lo que explica lo que está sucediendo. El diario The Washington Post destaca que los estadounidenses, especialmente los jóvenes—que en un tiempo no podían esperar para sentarse a un volante— ya no identifican fervientemente al automóvil como parte del Sueño Americano.
Según el Post “están abandonando las llaves por el teclado”, en alusión a que dejan los autos por las computadoras, y se sienten más atraídos por los textos y aplicaciones informáticas que por las elegantes líneas aceradas y la potencia de los vehículos. “La gente joven parece más interesada en buscar en Internet que debajo del capó”, dijo.
¿Por qué? Porque las carreteras estadounidenses están más congestionadas que nunca. Uno puede con frecuencia ir al trabajo más rápidamente, y más barato, en bicicleta o en metro que un auto devorador de gasolina. A un dólar el litro es un precio prohibitivamente caro para los jóvenes que tratan de pagar sus préstamos estudiantiles.
La campañas contra la contaminación llevadas a cabo por los ambientalistas les han tocado la sensibilidad. Y millones de jóvenes se han mudado de vuelta con mamá y papá, quienes probablemente tienen disponible un auto, grande y gratuito, frente a la casa.
Y en más y más ciudades, cuando los jóvenes se sienten apremiados a sentarse al volante y coger carretera, apretando una pocas teclas en sus teléfonos móviles pueden rentar y a la vez pagar uno eficiente por una hora, un día o una semana, que gaste poco combustible. No tienen que preocuparse de los pagos mensuales ni de los seguros.
Los vendedores de autos siguen encontrando muchos compradores en busca de motores de alta potencia, carros deportivos “musculosos”. Pero cada vez más esos compradores son gente de mayor edad, que reviven los buenos tiempos pasados.
Una clásica canción de 1964 relacionada con los automóviles habla del modelo Thunderbird de la Ford, potente, con estilo, que el padre le quitó a su hijo por temor a su inexperiencia. Y parece que ahora los padres están haciendo lo mismo, pero para usarlo ellos.
La revista Time cita un informe de J.D.Power según el cual en el 2010 los consumidores chinos e indios juntos compraron cerca de 20 millones de vehículos nuevos. Eso es 70 por ciento más automóviles que los que adquirieron ese año los estadounidenses.
Pero no es sólo el boom de la economía que tiene lugar en Asia lo que explica lo que está sucediendo. El diario The Washington Post destaca que los estadounidenses, especialmente los jóvenes—que en un tiempo no podían esperar para sentarse a un volante— ya no identifican fervientemente al automóvil como parte del Sueño Americano.
Según el Post “están abandonando las llaves por el teclado”, en alusión a que dejan los autos por las computadoras, y se sienten más atraídos por los textos y aplicaciones informáticas que por las elegantes líneas aceradas y la potencia de los vehículos. “La gente joven parece más interesada en buscar en Internet que debajo del capó”, dijo.
¿Por qué? Porque las carreteras estadounidenses están más congestionadas que nunca. Uno puede con frecuencia ir al trabajo más rápidamente, y más barato, en bicicleta o en metro que un auto devorador de gasolina. A un dólar el litro es un precio prohibitivamente caro para los jóvenes que tratan de pagar sus préstamos estudiantiles.
La campañas contra la contaminación llevadas a cabo por los ambientalistas les han tocado la sensibilidad. Y millones de jóvenes se han mudado de vuelta con mamá y papá, quienes probablemente tienen disponible un auto, grande y gratuito, frente a la casa.
Y en más y más ciudades, cuando los jóvenes se sienten apremiados a sentarse al volante y coger carretera, apretando una pocas teclas en sus teléfonos móviles pueden rentar y a la vez pagar uno eficiente por una hora, un día o una semana, que gaste poco combustible. No tienen que preocuparse de los pagos mensuales ni de los seguros.
Los vendedores de autos siguen encontrando muchos compradores en busca de motores de alta potencia, carros deportivos “musculosos”. Pero cada vez más esos compradores son gente de mayor edad, que reviven los buenos tiempos pasados.
Una clásica canción de 1964 relacionada con los automóviles habla del modelo Thunderbird de la Ford, potente, con estilo, que el padre le quitó a su hijo por temor a su inexperiencia. Y parece que ahora los padres están haciendo lo mismo, pero para usarlo ellos.