En una buena noticia para el medioambiente, la influyente revista Science reporta que el orificio de ozono sobre la Antártida ha disminuido en tamaño gracias a la intervención humana.
El orificio de ozono fue identificado como problema a medidos de la década de los 1980 cuando se descubrió que los llamados gases de clorofluorocarbono o CFCs que se utilizaban en refrigerantes, sprays de todo tipo, espumas y otros productos, se comían el ozono que nos protege de la radiación solar ultravioleta y por tanto, del cáncer de piel.
Desde entonces los gases fueron poco a poco desfasados hasta dejar de usarse, gracias a la aprobación del Protocolo de Montreal, de 1987.
“Es una gran sorpresa”, dijo sobre la recuperación de la capa de ozono, Susan Solomon, experta en química atmosférica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). “No creí que sucediera tan pronto”.
Usando una combinación de medidas de satélite, instrumentos de tierra y globos científicos, Solomon y su equipo han determinado que desde el año 2000, el orificio se reduce en los meses de septiembre hasta 4 millones de kilómetros cuadrados —un área más grande que la India.
Aunque el orificio no va a cerrarse completamente hasta mediados de siglo, la recuperación es importante porque demuestra que cuando el mundo se lo propone —cuando los científicos identifican el problema, el público se preocupa y los políticos actúan— es posible evitar desastres en el medio ambiente.
“El hecho de que hayamos tomado una decisión global de hacer algo diferente y que el planeta haya respondido a esto no puede dejar de ser más que alentador”, dice Solomon.
Parte de esa información ha sido tomada de la revista Science.