En las películas que muestran el paisaje centroamericano y los dramas que ebullen en esa cintura continental de volcanes convergen dramas cotidianos, como la migración, la violencia y otros abusos que revolucionan el motor creativo de los directores de cine.
El entorno centroamericano de por sí no es terreno fácil para ver una cinta de factura local proyectada en la pantalla grande. Las esperas de principio a fin de una producción se cuentan en varios años.
Hacer cine en Centroamérica y en países como Guatemala “es como una decisión empecinada en contar historias” comenta a la Voz de América el director guatemalteco Andrés Rodríguez, que trajo al festival de cine "Gala Film Fest: Latin American Innovation", en Washington, Roza un drama que le llevó siete años de trabajo, grabada en quiché y español.
“No creo que mi película sea experimental. Estoy intentando narrar de otra manera. Algo que es necesario para nuestra región es comenzar a contar las cosas como nosotros las contamos y no como nos dicen que las debemos contar”, explica Rodríguez.
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Ecos y retos
Al otro extremo del istmo, la directora costarricense Natalia Solórzano apuesta por el documental con la cinta Avanzaré tan despacio, que refleja la temática de la inmigración en su país y el camino que deben sortear para regularizar su situación los migrantes que llegan a Costa Rica.
Solórzano dice que las dificultades para los directores son varias, comenzando por canales de distribución que se vuelven escasos para las cintas de ficción y de cine de documental de la región. Los festivales internacionales siguen siendo una ventana para mostrar el cine centroamericano, dijo.
Esta creadora apunta también la importancia de las iniciativas independienes de distribución en los países de la región, que tratan de formar camino para que las cintas producidas por centroamericanos lleguen a salas y sean vistas en sus propias tierras.
"La distribución en Latinoamérica se nos hace bastane dificil, especialmente para las películas de cine independiente, que somos la mayoría, y películas documental todavía más; es un mundo muy intrincando donde es muy dificil lograr tener tu película en cines nacionales", explica Natalia.
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La vida real en el cine, el hijo de un sicario
El joven director mexicano Gian Cassini compara el entorno para hacer cine en México con lo que experimentan sus colegas centroamericanos, pero a pesar de los avances, tampoco el camino está despejado.
Su película de búsqueda personal le llevó nueve años realizarla. Comala termina siendo un efecto de catarsis para su propia vida, como hijo de una madre soltera que se embarcó en buscar y conocer a su padre.
De esas cosas de la vida real que son historias para el cine, Cassini termina por conocer a su padre, un sicario, vergudo y víctima en la guerra contra las drogas que ha enlutado a miles de familias mexicanas, entre ellas la de su lado paterno.
Ser hijo de un asesino a sueldo y contar esa historia horrorizó en principio a su nucleo familiar, por los riesgos que conllevaba el proyecto.
La cinta, que se ha movido en circuitos de festivales, apela a la conciencia del espectador para revisar los patrones de violencia repetitivos. "Me interesa generar diálogos que para mi son importantes", dijo Cassini a VOA.
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Las mujeres cuentan
La directora salvadoreña Brenda Vanegas encuentra un nicho en el tema de la mujer y los efectos de la ausencia dejada por las migraciones en su propia vida con el largometraje Antes la lluvia. Es la primera mujer salvadoreña en dirigir una película de ficción que se presentó por primera vez en EEUU.
"Volver la mirada a nosotras mismas es muy relevante", dice la directora, cuya pieza también le llevó más de un lustro de trabajo.
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El curador de la muestra de películas centroamericanas Carlos Gutiérrez, que desde Nueva York con el proyecto Cinema Tropical intenta dirigir la mirada a las producciones de la región, comenta a VOA que el cine centroamericano está produciendo cada vez cintas de mejor factura, no solo en temáticas, sino también en calidad de las producciones, y que ya ha logrado conseguir espacios en los festivales internacionales de renombre.
Sin embargo, reconoce que dentro de la región aún quedan enormes barreras que sortear para que el público asuma como suyas esas propuestas.
"Sin dada estamos en un gran momento" para las producciones en Centroamérica, dijo Rodriguez, que con esta edición del festival en Washington cumplio 11 años ininterrupidos de traer cine latinoamericano a la capital estadounidense.
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