En fotos: Una ciudad ucraniana devastada se prepara para un duro invierno, a un año de su liberación

Hennadiy Batsak, de 63 años, recoge leña para calentar su apartamento que carece de calefacción, agua y gas en la ciudad fronteriza de Lyman, debido a los combates de la invasión rusa. Más del 90 % de la infraestructura de la ciudad ha sido destruida, lo que hace cada vez más difícil la vida de sus habitantes a medida que bajan las temperaturas.

"No hay gas, la electricidad va y viene", dijo HennadiyBatsak, sentado en su cocina cerca de la pequeña estufa de leña que ahora es su única fuente de calefacción. Los residentes instalaron las estufas para ayudarse a sobrevivir el duro invierno.

Dos lugareños cubren con láminas de plástico una ventana dañada durante los combates en Lyman, que ahora se encuentra a unos 15 kilómetros de la línea del frente.

Alyna Platonova, de 75 años, sobrevive calentando su casa con leña que recoge en las carreteras principales de Lyman. Los voluntarios dejan la leña para que la recojan los lugareños.

Viktor Ivanovich, de 35 años, intenta calentarse en su apartamento dañado, al que le volaron las ventanas durante los combates en el invierno anterior.

Un tubo de chimenea emite humo en el apartamento de Viktor Ivanovich, una de las pocas personas que permanecen en el edificio dañado.

Un voluntario entrega comestibles a una anciana en una de las calles cubiertas de hielo de Lyman. La mayoría de los 20.000 residentes de la ciudad huyeron después que Rusia lanzara la invasión a gran escala deUcrania en 2022. Sólo queda aproximadamente una cuarta parte de la población.

“Estoy aquí desde 1945 y sigo aquí hoy”, dijo Volodymyr Tkachenko, de 78 años, mientras alimentaba a un gato callejero. Muchos de los que permanecen en Lyman dicen que no desean abandonar el lugar donde algunos de ellos han vivido toda su vida. Algunos también dijeron que los alquileres en otras partes de Ucrania eran demasiado caros y por eso regresaron.

A medida que las temperaturas bajan y el suelo se congela, los residentes que quedan en la destrozada ciudad de Lyman, al este de Ucrania, se preparan para los desafíos de un duro invierno, un año después que las fuerzas rusas fueran expulsadas de este territorio.