El soldado Fabián Velandia Mora ya no patrulla las calles con su escuadrón motorizado; ahora corta tela junto a cinco soldados más, dos sastres civiles y cinco mujeres, quienes son los encargados de elaborar máscaras o tapabocas para los uniformados y la población civil para prevenir la propagación del COVID-19 en el departamento.
Su jornada comienza a las siete de la mañana. En un pequeño kiosko adecuado e impermeabilizado para la tarea, Velandia es el encargado de manipular y cortar la tela, que luego es conocida por los sastres. Él también debe organizarlos y contarlos.
Al mediodía, cuenta el soldado, solo tienen tiempo para almorzar; a la 1:30 retoman las labores, que suspenden a las 5:30 para tomar un descanso y cenar. Una hora después, la jornada continua. Hasta las 10 de la noche.
"No hay domingos ni festivos; se trabaja todos los días. Estamos fabricando alrededor de 600 tapabocas a diario, la meta es fabricar 12.000", le contó el soldado Velandia a la Voz de América.
Los soldados que ayudan en la confección de los elementos de protección son hombres que han sido heridos en combate, se han capacitado en labores como la sastrería y se han encargado de arreglar los uniformes de sus compañeros.
"Cuando los soldados están en servicio requieren que les arreglen los uniformes a la talla que les corresponde. También, elaboran las gorras, colocan los parches, que es un trabajo permanente y continuo que se hace en el mantenimiento de los uniformes de nuestros soldados", afirmó el Mayor General Luis Emilio Cardozo Santamaría, comandante de la Octava División del Ejército Nacional.
En este momento, dada la contingencia "hemos aprovechado esta capacidad instalada, la máquina de coser que tenemos, para poder cambiar la línea de producción de mantenimiento de uniformes a la producción de tapabocas".
La capacidad se refuerza con hombres como el soldado Velandia, que recientemente debieron cambiar sus funciones, dada la realidad actual.
A la labor también se han unido esposas de militares del Grupo de Caballería Montada No. 16 Guías de Casanare, quienes han donado su tiempo y habilidad para este fin.
La iniciativa
La iniciativa de fabricar tapabocas nace "de la necesidad propia de poder dotar a nuestros hombres de esos elementos de protección necesarios para cumplir la misión y la tarea", relató el mayor general Cardozo a la VOA.
Cuando comenzaron a escuchar las situaciones complejas y difíciles que se están viviendo en Europa, se dieron cuenta de que "uno de los elementos de protección importantes que escaseaban allá eran los tapabocas".
"Como nosotros tenemos que estar desplegándonos permanentemente en las calles de Colombia y en las vías, y en permanente contacto con la población, pues dijimos: «bueno, esto no va a alcanzar, va escasear. Tenemos que usar nuestros propios medios para nosotros podernos dotar de estos elementos»", agregó Cardozo.
Posteriormente, añadió, otras unidades comenzaron a hacerlo en otros departamentos del Vichada y la Orinoquía.
Los soldados incluso distribuyen los tapabocas en zonas marginadas de Yopal, capital de Casanare y en algunas poblaciones cercanas.
El representante a la Cámara César Ortiz Zorro y el alcalde de Támara, Leonel Rodríguez Walteros, por ejemplo, han donado insumos para que los tapabocas sean repartidos entre la población.
Particularmente, dice el mayor general: "nosotros, en el trabajo que se está haciendo de la mano con las gobernaciones y alcaldías de llevar alimentos a las comunidades más pobres también les llevábamos un tapabocas para darles a ellos y que protejan a su núcleo familiar."
Asimismo, en la medida en que los alcaldes llevan insumos, se hace entrega de los elementos a las comunidades, a través de los líderes locales.
Hasta ahora, agrega, se han entregado más de mil tapabocas y han dejado una reserva de casi 3.000 para los soldados.
"Un granito de arena"
"Todos estamos contentos de poder contribuir con un granito de arena a este gran problema que tenemos a nivel nacional y a nivel global", dijo Cardozo, quien añadió que la respuesta a esta iniciativa ha sido muy importante para los militares que se sienten protegidos.
"Tienen más confianza —apuntó— de que tienen un elemento que les permite estar un poco más seguros y tener menos riesgo".
Además, está la satisfacción que sienten de poder entregarlos a las comunidades.
"La respuesta ha sido muy positiva; la gente se entusiasma porque, debido a la pandemia a nivel mundial, es muy difícil conseguir tapabocas; además de eso, están costosos. Entonces la gente, pues obvio, los recibe con el mayor de los agrados", cuenta el soldado.
"Para mí es muy agradable porque estoy dando lo mejor de mí para apoyar tanto a mi Ejército Nacional como a la población civil. Es muy satisfactorio para mí", agrega Velandia.
El Ministerio de Salud de Colombia confirmó el viernes 1.267 contagios, 25 fallecimientos y 25 personas recuperadas.
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