Bogotá y Washington llegaron a un acuerdo para que soldados estadounidenses utilicen siete bases colombianas, un tema que suscitó el rechazo de varios países de la región.
El acuerdo fue firmado por el ministro de RR.EE. de Colombia, Jaime Bermúdez, y por el embajador de Estados Unidos en Bogotá, William Brownfield.
El acuerdo de cooperación autoriza la presencia en Colombia de un máximo de 800 militares estadounidenses y 600 contratistas civiles del gobierno estadounidense, para que realicen operaciones en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
El analista político Adam Isacson se mostró preocupado con el acuerdo firmado.
“Estamos viendo una expansión de las operación, van a ampliar en el conflicto interno colombiano y van a ver nuevos equipos. Pero si estuviera en un país vecino me preocuparía”, dijo Isacson a la Voz de América.
Según Isacson del Centro de Políticas Internacionales, “el acuerdo se ha manejado en las ramas ejecutivo y sin transparencia”.
Uno de los temores como estadounidense es que en el futuro, el Comando Sur llegue al congreso a solicitar la ampliación de las tropas en territorio colombiano.
La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, en una carta que en agosto envió a sus 12 homólogos suramericanos, garantizó que el convenio establece que las operaciones militares que se realicen no sobrepasarán las fronteras colombianas.
El acuerdo con el gobierno colombiano se da después que el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, decidió no prorrogar una concesión de diez años de la base militar de Manta, desde la cual Estados Unidos planificaba sus operativos antidrogas en la región.