México se vuelca en una fiesta popular para conmemorar el Día de los Muertos este 2 de noviembre, pero la tradición tan arraigada en el país ha sobrepasado sus fronteras, sobre todo con los elementos que dan color a esta festividad como las calaveras, las catrinas, y los típicos altares y flores.
Y no se diga con las invitaciones a vivirlo a todo color en los propios pueblos y ciudades mexicanas como una experiencia turística única.
La festividad se ha convertido en una oportunidad del mercado para todos los objetos decorativos de la celebración, una conmemoración que en el resto de Latinoamérica se ha centrado más en llevar flores a los cementerios y recordar así a los seres queridos fallecidos.
En Estados Unidos la celebración mexicana sigue creciendo cada vez más entre las comunidades inmigrantes, sin dejar de despertar recelos por el carácter comercial que se le va imponiendo.
Cine y turismo en la mira
Manuel Cuellar, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad George Washington comenta la Voz de América que sin duda el gran empuje para la celebración del Día de los Muertos empieza después de la Revolución Mexicana a principios del siglo XX.
Figuras como las catrinas surgen un poco antes de ese período convulsivo, pero se adaptaron a la estética visual de la celebración y hoy en día se comercializan fuera de México como elementos de la artesanía mexicana.
La comercialización de la festividad –según Cuellar- ha entrado por varias vías pero sin duda es en el cine y el turismo donde han despuntado mejor, aumentando más el auge comercial de la celebración ahora fuera de México.
“Es difícil no pensar en el exitazo que tuvo la película Coco, no sólo entre las comunidades mexicanas y latinas en Estados Unidos, sino también en México, con lo que se comercializa mucho esta celebración; y lo otro es cómo la filmación de una secuencia de la película de James Bond, con un desfile de Día de Muertos en Ciudad de México, que no existía hasta 2016 y desde entonces se ha convertido en un desfile muy popular en los últimos años”, expresa Cuellar.
También lea México se despide de la mujer centenaria que habría inspirado a la Abuelita de 'Coco'La filmografía mexicana ya había empujado el tema del Día de los Muertos desde el Siglo de Oro del cine mexicano con cintas como “Que viva México”, 1932; también “El ahijado de la muerte”, 1946, y “Macario”, 1964 entre otras.
En cuanto al turismo estos los viajes aéreos a México entran en categoría de “temporada alta” y las reservas en hoteles también, con lo que la celebración se posiciona en ese sector como una oportunidad para hacer negocios.
La perspectiva cultural y comercial
En Arlington, Virginia, el artista visual David Amoroso, que año con año trabaja en un proyecto de celebración de Día de Muertos con una institución cultural de este condado inmediato a Washington, dice a VOA que es difícil que una fiesta tan popular en México y tan visual no adquiera ese carácter comercial.
“Hoy se ven artesanías de Día de los Muertos en cualquier tienda y creo que es un poco normal que algo así termine imponiéndose como algo comercial de algún modo”, apunta.
Amoroso dice que la celebración que corre bajo su cargo cambia año con año. En algunos ha puesto altares de muertos dedicados a iconos de la cultura popular mexicana con artistas como Chavela Vargas, Juan Gabriel, entre otros, pero también con altares dedicados a los migrantes que han perdido la vida en la ruta hacia EEUU.
La oportunidad se presta para vender cuadros alusivos a la celebración y camisetas estampadas con alegorías al Día de Muertos.
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La fusión ancestral con lo religioso y el mercado
El investigador Mathew Sandoval, de la Universidad Estatal de Arizona, considera que la festividad se considera sagrada para algunos, lo que ha despertado “creciente preocupación por la comercialización de esta festividad”.
Sin embargo, Sandaval comentó a la VOA que un estudio sobre la festividad desde su especialidad como investigador de la cultura y el espectáculo lo llevó a algunas conclusiones, como que la comercialización siempre ha estado ahí como parte de la fiesta.
“La conclusión es que el Día de los Muertos y su imaginería asociada, calaveras y esqueletos, se han puesto de moda y se han convertido en una excelente oportunidad para que las empresas obtengan beneficios (…) sé muy bien que la verdad es que el Día de los Muertos siempre se ha mercantilizado”, dijo en su investigación.
La celebración de esta festividad fusionó las culturas prehispánicas entre estos: aztecas, mayas, zapotecas y mixtecas, que antes de la llegada de los españoles ya celebraban un día a los muertos con sus rituales propios, y con la colonización española, esos rituales se fusionaron con la celebración del Día de todos los Santos, 1 de noviembre, y el Día de los Difuntos el día 2.
También lea ¿Qué significa morir en nuestros tiempos?Y si el mercado actual pone todo tipo de artículos ante la demanda para la celebración, ya los primeros cronistas españoles como Diego Durán y Bernardino Sahagún documentaron en la década de 1570, como los nativos mexicanos gastaban tantos recursos para hacer las ofrendas de los muertos.
En el mercado del antiguo. Tenochtitlán, el centro de la actual Ciudad de México, se vendía todo tipo de alimentos y mercancías para la celebración, sin distinguir entre fiesta religiosa y mercado y llegó al punto de convertirse en un caos que obligó a las autoridades coloniales a regular la participación de los vendedores durante la festividad, según las investigaciones de Sandoval.
“La religión católica también hacía hincapié en la actividad comercial en relación con Todos los Santos y el Día de Difuntos. Según las creencias católicas de los siglos XVI y XVII, la mayoría de las almas iban a parar al purgatorio tras la muerte, y no al cielo o al infierno. Era responsabilidad de los vivos aliviar el sufrimiento de las almas del purgatorio y ayudarlas a llegar al cielo. Esto podía hacerse a través de la oración o haciendo ofrendas a las almas”, en pena.
Y ahí la Iglesia católica tenía el monopolio para vender las velas y otros artículos religiosos que se dedicaban a la festividad, en ese lado.
“A medida que el Día de los Muertos se convirtió en una fiesta más popular y elaborada en México, la actividad comercial asociada creció en tamaño. Según el antropólogo Claudio Lomnitz, en el siglo XVIII el Día de Muertos generaba el mayor mercado anual de la Ciudad de México”, según indagaciones de Sandoval.
La cultura como parte del mercado
Un estudio presentado en la Universidad Autónoma de Oaxaca, en México por las autoras Raquel López y Keyla Ramírez ahonda en la transformación de la festividad con el trasfondo del abordaje de la muerte.
Su estudio les llevó a separar capas para llegar asuntos clave y entender así las transformaciones que pasan desde el estado de identidad cultural y patrimonio, “a la institucionalización y posterior mercantilización de la cultura” con la celebración.
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La celebración no ha perdido su esencia de identidad, pero también continua siendo un botín para el mercado turístico que le vio el potencial desde el siglo XX.
Las investigadoras consideran que en el momento actual, en el Día de los Muertos predomina la “fase de la cultura-patrimonio comercialización”, con un componente fuerte de espectáculo.
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