El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) documentó 444 presuntas violaciones al derecho internacional humanitario (DIH) en Colombia en 2023, producto de ocho conflictos armados en el país.
Estos conflictos han generado desapariciones forzadas, desplazamientos, confinamientos, abusos sexuales, reclutamientos de menores y afectaciones por el uso de artefactos explosivos.
El jefe de la delegación del CICR, Lorenzo Caraffi, evaluó en una entrevista con la Voz de América la situación humanitaria en Colombia, donde perdura un intenso conflicto armado interno de décadas, a pesar de que en 2016 el gobierno colombiano alcanzó un histórico acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), una de sus guerrillas más antiguas.
Esta entrevista ha sido editada por su extensión y para mayor claridad.
VOA: El gobierno colombiano adelanta diferentes conversaciones de paz en el marco de su política de “paz total” con diferentes grupos armados, ¿Qué papel desempeña o desempeñaría la misión del Comité Internacional de la Cruz Roja de lograr acuerdos específicos?
Caraffi: Nosotros nos ponemos a disposición como lo hicimos en el pasado como intermediario neutral durante las negociaciones que llevaron al acuerdo de paz de 2016. Ponemos al servicio de las partes que están negociando nuestro conocimiento del derecho internacional humanitario, nuestro conocimiento de la situación humanitaria en el país.
Tenemos 440 personas trabajando con nosotros en los lugares más remotos del país en contacto directo con las comunidades y en diálogo directo con los actores armados, y este conocimiento lo podemos poner al servicio de las negociaciones para identificar temas que podrían ser prioritarios en aspectos humanitarios en las diferentes mesas de diálogo para mejorar la situación humanitaria mientras se está negociando.
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VOA: El CICR ha cooperado en la resolución del conflicto interno en Colombia durante anteriores procesos de paz, ¿qué diferencia hay entre esos procesos y los que hoy impulsa el actual gobierno?
Caraffi: La diferencia muy grande es que efectivamente el proceso que facilitamos entre las FARC-EP y el gobierno de Colombia en 2016 era con un solo grupo armado; ahora la visión de paz total con negociaciones con varios grupos armados es una situación que es particularmente compleja por la multiplicidad de actores armados.
En este momento en las negociaciones con los diferentes grupos no tenemos un papel como facilitador logístico en el movimiento de los grupos armados, pero tenemos un diálogo sobre temas humanitarios, sobre DIH, y justamente estamos sensibilizando sobre los temas humanitarios que tienen que estar en la mesa.
VOA: Desde su experiencia, ¿qué falló en los intentos anteriores del proceso de paz y cuál es el mayor reto ahora?
Caraffi: Es muy importante considerar que los conflictos armados en Colombia tienen origen sistémico. Mucho tiene que ver con la ausencia o la debilidad de la presencia estatal en los territorios, la ausencia de servicios esenciales, la ausencia de oportunidades, son las bases que crean las condiciones para que haya conflictos armados que continúan hoy.
Si comparo la Colombia de 2002 (con) cuando estuve por primera vez, es claro que en la parte central de Colombia las cosas han cambiado fuertemente, pero hay territorios donde las cosas no han cambiado.
Estamos hablando de Arauca, Norte de Santander, el sur de Bolívar, partes de Antioquia, Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Putumayo, donde efectivamente esa debilidad del Estado continúa e implica naturalmente o crea las condiciones para los conflictos armados. Eso es un proceso histórico que tiene que tener un plan continuo de inversión para que los territorios cambien y haya oportunidades diferentes a las que hay ahora.
También lea Cruz Roja pide a grupos armados que negocian en Colombia respetar derecho internacional humanitarioVOA: El departamento del Cauca es uno de los territorios más golpeados por la violencia armada, de grupos armados ilegales y de grupos de narcotráfico y criminalidad común. ¿Qué retos marca esa diferenciación en la labor del CICR en ese departamento y en Colombia?
Caraffi: Creo que hay una multiplicidad de actores armados que operan en el Cauca y hay naturalmente elementos de autoridades indígenas, de la fuerte presencia indígena en el territorio con el autogobierno de las autoridades indígenas. Eso complica aún más la realidad del departamento del Cauca comparado con otros departamentos. Creo que el Cauca tiene las mismas dinámicas de otros territorios, pero es aún más compleja por esta presencia fuerte de comunidades indígenas que tienen su propia autonomía territorial.
VOA: Colombia comparte una amplia frontera con Venezuela, con muchas dinámicas y que ha cambiado sus actores a lo largo de los años, entre ellas la masiva migración. Esta situación no solo involucra el mandato del CICR en Colombia, sino que implica la articulación de estos fenómenos con un país como Venezuela. ¿Qué retos adicionales plantea esta situación particular al CICR?
Caraffi: Es interesante porque estamos hablando de la evolución de la presencia de la CICR en el país. CICR opera en Colombia desde hace 55 años. Después de servir como facilitador e intermediario neutral del acuerdo de paz de 2016 y de la reducción de las consecuencias humanitarias ligadas a los conflictos por el acuerdo de paz, se redujo la presencia de nuestra institución en el país.
Luego llegó la ola de migrantes venezolanos de la que no se tenía un precedente, porque Colombia nunca fue receptor de migrantes y no estaba completamente preparada para la llegada masiva de estas personas; entonces reactivamos algunas estructuras y actividades para facilitar la acogida de los venezolanos que llegaron aquí desde 2017 y 2018.
Luego se reactivaron los conflictos armados y es ahí donde más experiencia tenemos y nos concentramos en las zonas más afectadas por los conflictos donde los migrantes venezolanos son parte de la población y particularmente son vulnerables, porque vienen de afuera y pueden ser objeto de desconfianza de los actores armados. Tienen una vulnerabilidad económica muy fuerte lo que hace que puedan ser vulnerables a lo que acontece en estos territorios, entonces hoy en día los ciudadanos venezolanos son parte de la población civil a cuya necesidad estamos atentos y a quienes intentamos asistir en las zonas particularmente afectadas por los conflictos armados.
VOA: ¿Qué papel juega y podría jugar el CICR en un tema tan complejo como la migración irregular por el Tapón del Darién?
Caraffi: Eso es un tema muy relevante a nivel internacional. Tenemos sobre todo a nivel de Panamá una delegación, una misión que se ocupa del tema de la migración. El tema de la migración hoy en día no es el tema central de el CICR en Colombia, justamente porque tenemos recursos limitados y tenemos que concentrarnos en las consecuencias de los conflictos armados.
Lo que tiene que ver con la migración es visto desde el punto de vista de las víctimas de los conflictos armados en el diálogo que tenemos con los diferentes actores armados; sin embargo, los colegas que trabajan en Centroamérica y México sí se concentran más en el tema de la migración naturalmente dicha.
También lea Panamá y Colombia no protegen a los migrantes en la ruta del Darién, según HRWVOA: ¿Desde el punto de vista humanitario, el de su misión, qué es lo que más lo ha impactado en medio de la complejidad de los retos que enfrenta el CICR en Colombia?
Caraffi: El comité tiene una posición muy privilegiada en Colombia; como dije, llevamos 55 años, los actores armados nos conocen muy bien, nos respetan, la situación como dije es muy compleja por esta multiplicidad de actores armados por el nivel de autonomía muy fuerte que hay a nivel regional, pero en nuestro caso no ha habido problemas de acceso para llegar a las comunidades a pesar de la situación que efectivamente es difícil hoy en día.
Creo que la situación más difícil para nosotros está entre las necesidades que existen y los recursos que tenemos. Hoy en día tendríamos que tener más recursos para atender las necesidades que existen en Colombia y tenemos recursos limitados, entonces inevitablemente se tiene que establecer prioridades en las zonas donde trabajamos.
VOA: ¿Qué le dice a usted el asesinato selectivo de líderes, defensores de derechos y excombatientes en un país como Colombia?
Caraffi: Hay mucha atención sobre efectivamente el asesinato de activistas de derechos humanos, de defensores de derechos humanos, de líderes sociales. Nosotros tenemos como óptica el derecho internacional humanitario y el derecho internacional humanitario establece que las personas que no participan en el conflicto tienen que ser respetadas sean líderes sociales o vendedores de gaseosa en la calle.
No hay diferencias y en eso estamos trabajando. Inevitablemente la muerte de las personas que trabajan para la comunidad tiene un impacto para toda la comunidad, pero el principio de base es que si alguien no participa en las hostilidades tiene que ser respetado sea o no activista de derechos humanos.
VOA: Por último, ¿Cuáles son las mayores limitaciones para trabajar en un lugar como Colombia?
Caraffi: Comparado con otros lugares donde la CICR trabaja, Colombia es un lugar privilegiado por la aceptación que estamos teniendo y el acceso absoluto a los territorios y el hecho de que los actores armados tienen la disponibilidad de hablar con nosotros probablemente porque nos ven desde hace décadas en el territorio y conocen muy bien nuestra independencia, nuestra imparcialidad y sobre todo nuestra neutralidad. Es un trabajo único que se hace aquí en Colombia por el impacto que se puede tener: estamos hablando de asistir a la población, mantener un diálogo directo con los actores armados, liberar a la población que está en poder de actores armados, es algo que raramente no se puede hacer en otros contextos.
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