Desde donde nos lea, probablemente esté en alguna especie de aislamiento ordenado por las autoridades de su país. A menos de que sea un trabajador de algún sector prioritario, todos nos hemos visto impactados por las medidas que han tomado los gobiernos para prevenir la propagación del coronavirus. Y esto incluye a los jóvenes y sus rutinas.
En Venezuela, los estudiantes universitarios, desde el viernes 13 de marzo, vieron sus clases detenidas de forma repentina al reportarse los primeros casos de coronavirus en el país. Las actividades académicas fueron las primeras en ser canceladas.
A esta situación generada por la aparición de la COVID-19, se agrega que las universidades públicas del país están por lo general impactadas por la crisis económica, política y social que atraviesa la nación suramericana, que ha causado la interrupción del calendario académico habitual.
A pesar de ello, los jóvenes con los que conversó la Voz de América se mostraron optimistas de que con el apoyo de todos se podrá salir de esta situación más temprano que tarde, a pesar de que eso implique atrasarse un poco en los estudios.
Es el caso de Werzaily Sanoja, una joven venezolana de 22 años que estudia arquitectura en la Universidad Simón Bolívar.
Sanoja comentó a la VOA lo primero que hizo al enterarse de la noticia ese viernes: “Preocuparme por mi familia, más que todo por mi mamá. Mi mamá tiene 64 años y es mucho más vulnerable que nosotros”.
Explica que materias como escultura o diseño, hacen difícil que pueda ver clases por internet, mientras que otras materias serán evaluadas a posteriori.
Si bien su trimestre es un poco incierto por esta nueva circunstancia, relató que desde que comenzó en 2014 ha debido sobrepasar otras situaciones. “He tenido que vivir dos paros universitarios. He perdido dos trimestres. Sin embargo, en esta ocasión es por motivos distintos, es por una cuestión de salud”, afirma.
Por suerte, -dice-, se mantiene ocupada. Explica que si bien trata de mantener la cuarentena, ayuda a su hermana, quien trabaja con productos de primera necesidad y hacen delivery (entregas) a quienes más lo necesitan durante esta coyuntura.
“Mucha gente nos hace pedidos para que se lo llevemos a su casa y nosotros hacemos lo posible. Uno se distrae, porque estar encerrado sin hacer nada, es hasta peor”, expuso la joven.
Sobre su día a día, comenta que, además de ayudar a su familia con el trabajo y cuidar a sus sobrinas, en la noche toma un tiempo para adelantar sus materias, ver una película o leer.
Asegura que además de usar WhatsApp para mantenerse en contacto con amigos y compañeros, “mi familia gracias a Dios está en Venezuela y los llamo (…) porque muchos de ellos no saben manipular esto de la computadora”.
Otros de los estudiantes afectados es Jorge Barragán, de 21 años y quien cursa Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Lo primero que hizo al conocerse los primeros casos fue advertirle a su familia, “decirle que había que prepararse aquí en casa”.
Explicó que solo le quedaban tres semanas para acabar el semestre cuando dieron el anuncio, pero solo dos de seis materias han podido ponerse de acuerdo los profesores y los alumnos para continuar las actividades.
Asegura que en estas dos semanas que ha durado la cuarentena en la nación suramericana, ha intentado tener una clase a través de un ‘en vivo’ en Instagram, pero él y otros de sus compañeros no tuvieron mucha suerte debido a su conexión de internet.
Durante estos momentos de aislamiento, busca "invertir el tiempo, aprovecharlo, no desperdiciarlo. De ponerse una agenda diaria de cosas que hacer y aprovecharlo. Entendiendo que no son vacaciones”. Esto implica que no se pueda distraer con una buena serie, película o libro, pero también escribiendo.
Este tiempo en casa, explica, le ha permitido “hablar con amigos que hace tiempo no he conversado. Y la posibilidad de hablar con mi familia que está en el extranjero”.
Este joven pidió utilizar la cuarentena para prepararse para el después “porque se vienen tiempos bastantes complejos, con bastantes adversidades, pero con la búsqueda de las soluciones creo que vamos a poder salir de esta y de muchísimas más”.
Por su parte, Gabriel Colasante, de 21 años, estudia Estudios Políticos y Administrativos también en la UCV, pero vive en Los Teques, estado Miranda, a unos 40 minutos de Caracas.
Al enterarse de los primero casos, afirma a la Voz de América, buscó mayor información sobre el alcance del decreto, “e inmediatamente invade un sentimiento de incertidumbre, pues en las actuales condiciones de Venezuela, difícilmente uno se imagina permaneciendo en su hogar durante mucho tiempo”.
Confiesa que tuvo una respuesta “más o menos efectiva” de su universidad y específicamente de sus profesores al buscar continuar las evaluaciones y exámenes en línea, a pesar de lo intermitente del internet, como es en su caso.
Cuenta que se comunica con sus amigos por WhatsApp pues “en Venezuela, esta figura de la videollamada, tan común entre la juventud, es bastante limitado”. No solo por el tema de la conectividad, agrega, sino también porque pocos compañeros tienen celulares de gama media o alta.
Para mantenerse ocupado, comenta que hace ejercicios, lee y ve televisión por cable.
Confiesa que si bien hay preocupación por sus estudios, debido a la “fragilidad institucional, económica e incluso en términos de su autonomía” de su casa de estudio, señala que “en Venezuela toca constantemente ser un optimista y considero que la universidad se mantendrá y las clases podrás continuar a pesar de las dificultades”.
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“Mi cumpleaños cayó justamente el día en el que anunciaron los dos primeros casos de coronavirus en Venezuela. Fue un fin de semana ajetreado”, comenta por su parte María Atencio, una venezolana de 23 años quien estudia bioanálisis en la UCV.
Tercio, explica que ya casi había cerrado su semestre, pero que por la naturaleza de sus materias se dificulta seguir en línea. “(Cuando me enteré) me sentí un poco triste de estar tan cerca de cerrar el semestre y no poder hacerlo, pero a la vez yo sabía que era necesario”.
Esto lo ha impedido aprovechar el tiempo para repasar las materias de su próximo semestre, "porque a pesar de que no sabemos cuándo va empezar, es mejor no perder el tiempo”.
Estas dos semanas las ha aprovechado “viendo Netflix, leyendo bastante, he estudiado también. He aprovechado dormir mucho. He visto muchos tutoriales y muchos cursos. Yo simplemente decidí que necesitaba sacar algo bueno de esta cuarentena”.
Al igual que sus compañeros estudiantes, se mantiene optimista. “Yo espero empezar pronto. Mientras tanto, es simplemente hacer que el tiempo valga y que a pesar que tu estés en tu casa, que salga algo bueno de esto”.
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