En la ciudad de Doral, en el sur de Florida, la incertidumbre y la expectativa se sienten entre muchos de los venezolanos que han huido del gobierno de Nicolás Maduro. Este viernes 10 de enero podría convertirse en una fecha clave para la política del país latinoamericano con la anunciada toma de posesión del presidente.
Sin embargo, dos figuras se disputan ese título: Nicolás Maduro, gobernante de Venezuela, y Edmundo González, líder opositor que se acredita con actas el triunfo electoral.
“Hay un poco de nerviosismo por lo que pueda pasar, aunque creo que Nicolás Maduro sí que va a tomar posesión. Pero lo que me preocupa es qué es lo que va a pasar después y qué acciones va a tomar la oposición”, comenta Oscar Tabares, un venezolano que lleva más de siete años exiliado en el sur de Florida.
Para muchos, este momento representa una encrucijada histórica. En las calles de Doral, conocidas como "Doralzuela" la diáspora venezolana intenta mantener la atención del mundo sobre una crisis que lleva agravándose más de una década, con el riesgo latente de perpetuarse, como ocurrió en Cuba.
“Es importante que el mundo sepa qué es lo que está ocurriendo en mi país”, dice otra mujer, que prefiere no ser identificada por miedo a represalias ya que su familia aún vive en Venezuela.
El contexto en torno al 10 de enero
Nicolás Maduro asegura haber ganado las elecciones presidenciales, un proceso al que la comunidad internacional ha denunciado por su falta de transparencia y legitimidad. Maduro se prepara para juramentarse nuevamente, ignorando el amplio rechazo desde el exterior al considerar que fueron unos comicios fraudulentos. Por otro lado, Edmundo González ha presentado las actas que, según él y la oposición venezolana, prueban su victoria.
"Lo que está en juego no es solo quién ocupa la presidencia, sino el futuro de Venezuela como nación democrática", señala Helena Poleo, analista política y periodista venezolana, en entrevista con la Voz de América. "Después de décadas de represión, desapariciones políticas y divisiones familiares, este debería ser el momento para terminar con este ciclo de sufrimiento y recuperar el país que alguna vez fue”, aboga.
También lea ¿Qué se puede esperar de las relaciones entre Colombia y Venezuela después del 10 de enero?La fecha del 10 de enero, explica, representa un “desafío crucial” para los venezolanos dentro y fuera del país. Desde Doral hasta Caracas, pasando por ciudades como Madrid, Bogotá y Lima, las comunidades en el exilio han organizado marchas para mostrar solidaridad con González y exigir a la comunidad internacional que no abandone la causa venezolana.
El papel de los militares
En el centro de este enfrentamiento está el ejército venezolano, cuyo apoyo podría ser determinante para cualquier cambio de poder, según explica a la VOA el analista político José Hernández, que también vive exiliado en el sur de la Florida. Pese a eso, subraya que “los altos mandos militares continúan respaldando a Maduro, gracias a los privilegios y beneficios que han recibido bajo su gobierno”.
"El alto mando militar ha tejido una red de lealtad basada en la corrupción y los privilegios. Mientras no haya una fuerza institucional dentro del ejército capaz de neutralizarlos, cualquier posibilidad de transición será complicada”, dice, recordando que “los militares que controlan las unidades operativas han reprimido al pueblo durante años y no parece que vayan a cambiar de postura fácilmente”.
También lea Un decreto para reformar la Constitución será su primera decisión tras ser investido, dice MaduroTambién señala que, aunque algunos efectivos han votado en contra del gobernante de Venezuela en procesos internos, el control operativo sigue en manos de quienes tienen intereses ligados al poder de Maduro. "La única manera de romper este círculo vicioso sería con una fuerza interna que desafíe a los altos mandos corruptos", insiste Hernández.
Expectativas en Estados Unidos
El gobierno de EEUU ha jugado un papel crucial en la crisis venezolana. Joe Biden, a pocos días de dejar la presidencia, recibió a Edmundo González en la Casa Blanca, un gesto que sirvió para reafirmar el respaldo de su administración hacia el líder opositor. Sin embargo, el futuro de la política estadounidense hacia Venezuela es incierto. Donald Trump, quien asumirá el poder nuevamente a partir del 20 de enero, no ha dejado claras sus intenciones sobre cómo manejará la situación.
"Es irresponsable creer que los marines estadounidenses van a desembarcar en La Guaira para resolver la crisis. Esa narrativa no solo es irrealista, sino que desvía la atención de las herramientas reales que tenemos, como las sanciones económicas y políticas dirigidas al círculo cercano de Maduro. La comunidad internacional debe mantenerse unida y actuar con determinación”, piensa Poleo, por su parte.
El reconocimiento de González como presidente electo por parte de Estados Unidos y otros países es un paso significativo, pero no suficiente, de acuerdo con José Antonio Colina, presidente de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (VEPPEX ).
También lea Como hace 6 años, Maduro se expone a otro aislamiento ante un mundo “fatigado” de la crisis en Venezuela"Mientras Maduro se mantenga en el poder, debemos buscar todos los mecanismos posibles para sacarlo. No podemos depender solo de sanciones, necesitamos una estrategia internacional que combine presión económica con un apoyo claro al pueblo venezolano”, defiende, admitiendo que no se ha presentado ningún plan al respecto, más allá de las presiones a través de sanciones.
El rol del exilio oxigena la causa venezolana
Para los venezolanos en el exterior, especialmente en ciudades como Doral, salir a las calles y organizar manifestaciones no es solo un acto de solidaridad, sino una estrategia crucial para mantener el tema en la agenda internacional. Después de más de dos décadas de crisis, el temor más grande es que la situación en Venezuela caiga en el olvido, como ha sucedido en el pasado en otros países, como Cuba.
"Salir a la calle es una manera de decir: estamos presentes y no vamos a dejar de luchar," afirma Poleo. "Es un recordatorio para los gobiernos locales e internacionales de que seguimos enfrentando a un régimen dictatorial, asesino y narcotraficante. No podemos permitir que se olviden de nuestra lucha”, sostiene.
También lea Denuncian desaparición de reconocido periodista defensor de DDHH en VenezuelaDesde un punto de vista personal y emocional, estas marchas también representan un vínculo con una “patria perdida”. "Ninguno de nosotros se fue de Venezuela por gusto. Todos nos vimos forzados a abandonar nuestro hogar, y estas manifestaciones nos permiten mantener viva la conexión con nuestro país mientras luchamos por recuperarlo," recalca Poleo.
"No podemos darnos el lujo de rendirnos," dice Colina. "Si dejamos de luchar, esta crisis se perpetuará como ha sucedido en otros países. Es ahora o nunca”, concluye.
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