Concursos de belleza para niñas: ¿reinas o esclavas?

En algunos casos, las madres enseñan a sus hijas, que apenas están aprendiendo a caminar, a moverse como modelos.

Con pestañas, dentaduras y bustos falsos, cientos de madres mandan a sus hijas a competir por coronas, prestigio y dinero.
“Mi mamá me pone maquillaje porque quiere que me vea bonita”, dice Karmen, una niña de unos seis o siete años quien participa en un concurso de belleza exhibido en Toddlers and Tiaras.
La misma niña llora cuando su madre le aplica un aerosol para broncear sus piernas. “Tú sabes que no duele, solamente estás cansada”, le dice su mamá y luego intenta proseguir con el abdomen. “¡No, no! ¡No quiero broncearme el estómago aún!”, se queja Karmen entre lágrimas, mientras retrocede ante la pistola bronceadora. Y todo esto lo registra una cámara de televisión.

Karmen, de Charleston, West Virginia, es una de las tantas pequeñas participantes de concursos de belleza infantiles en Estados Unidos, que luego son exhibidos en programas como Toddlers and Tiaras (Pequeñitas y Tiaras) o Little Miss Perfect (Pequeña señorita perfecta). Los premios para ellas –o para sus padres– incluyen coronas, renombre y grandes sumas de dinero.

Escándalos en los concursos de belleza

Escándalos en los concursos de belleza

Cuando el maquillaje, las pestañas y dientes falsos y los trajes brillantes parecen no ser suficientes, estas madres echan mano a otros recursos.

Los pechos postizos: En agosto de este año, una corte de Estados Unidos le prohibió a Lisa Jackson volver a inscribir a su hija Maddy, de seis años, en concursos de belleza.

¿La razón? La madre envió a la niña a un concurso de Toddlers and Tiaras con pechos postizos y el padre, de quien estaba divorciada, la demandó con el argumento de que la niña estaba siendo “explotada sexualmente”.

Otras niñas también han utilizado bustos falsos en estos concursos.

El disfraz de prostituta: En 2011, en Toddlers and Tiaras, Wendy Dickey vistió a su hija Paisley, de tres años, con una peluca rubia, un vestido blanco y celeste y largas botas de cuero: el mismo vestuario que Julia Roberts utilizó en Pretty Woman para interpretar a una prostituta.

El jurado reía, pero a otros de los presentes no les pareció adecuado el personaje.

“Nunca, nunca le haría eso a mi niña”, dijo una de las madres, cuya hija llevaba un vestido infantil y un peinado alto. Los críticos entonces alegaron que Dickey estaba dando lugar a una “sexualización excesiva” de su hija Paisley.

La niña fumando: Uno de los más recientes escándalos, a fines de agosto de 2012, tuvo como protagonista a una niña de cuatro años, que apareció fumando un cigarrillo en el escenario en Toddlers and Tiaras. Su madre aseguró que era falso, pero aun así el jurado se mostró molesto.
El pasado 20 de septiembre se exhibió un episodio de Toddlers and Tiaras donde el primer lugar se llevó 10 mil dólares en efectivo.

La madre de Karmen, Heather Walker, inscribió a su hija para aparecer en dicho programa de televisión, que actualmente presenta su quinta temporada en el canal TLC.

El show muestra cómo las niñas participan en concursos de distintos lugares de Estados Unidos, donde son evaluadas por un jurado en belleza, personalidad y vestuario. Además, se muestra la preparación desde dentro de las casas, donde las madres maquillan a sus hijas, les prueban vestidos y les enseñan a mover la cintura en busca del premio mayor.

Según la psicóloga Ángela Londoño-McConnell, presidenta de AK Counseling & Consulting, las motivaciones de los padres para enviar a sus niñas a estos concursos son variadas, pero una de ellas podría ser el dinero.

“El problema es que si la niña empieza a ganar dinero y se convierte en una fuente de recursos financieros para la familia, hasta qué punto se puede convertir eso en explotación”, señaló Londoño-McConnell a la Voz de América.

A pesar de que no hay muchos estudios acerca de los posibles efectos que estos concursos pueden tener en las pequeñas reinas de belleza, la psicóloga explica que ciertas investigaciones sí han hallado consecuencias negativas.

“Algunas de las niñas que participan en esta clase de eventos tienden a reportar menos satisfacción con sus cuerpos como también problemas con el poder confiar en sus relaciones interpersonales”, aseguró.

Heather Walker le entrega a su hija una caja de plástico rosada. Al interior hay una dentadura postiza que la niña se pone rápidamente para luego sonreír ante la cámara. “Ella tiene una linda sonrisa, pero no puedes ver sus dientes porque son muy pequeños”, explica la madre. Y seguro lo son: a Karmen aún le faltan varios años para tener la dentadura de un adulto.

Pero la historia de Karmen es una más en Toddlers and Tiaras. Son otros los casos que han provocado conmoción pública en Estados Unidos: pechos postizos, un disfraz de prostituta, una niña fumando, entre otros (ver recuadro).

“La posibilidad de explotación y abuso existe en todo lo que hagamos con los hijos si no estamos conscientes si lo hacemos porque los hijos lo quieren, o si los estamos forzando a hacer algo que nosotros creemos que está bien”, explicó Ángela Londoño-McConnell a la Voz de América.

Muchos de los críticos de estos concursos han alegado una sexualización precoz de las menores. Londoño-McConnell asegura que tanto estos concursos para niñas como las competencias de belleza para adultas promueven una imagen sensualizada de las mujeres. “Conciben a la mujer como un objeto y degradan otros aspectos, como por ejemplo su inteligencia”.

“Eso es lo que se les está diciendo (a las niñas), que tienen que demostrar ser sexies para poder ganar”, agrega.

Sin embargo, las menores no parecen tener opción cuando sus madres deciden enviarlas a las competencias. Una de las concursantes de la temporada actual de Toddlers and Tiaras, Ava, tiene 22 meses. Su madre hace su defensa ante las cámaras.

“Hay mucha gente que me ha criticado por inscribir a mi hija en estos concursos. Pero, ¿saben qué? A quién le importa. Es mi hija y hago lo que quiera con ella”, asegura.