El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas volvió al trabajo el miércoles pese a la salida el día anterior de Estados Unidos, descrita por un diplomático occidental como un “big bang”.
El máximo organismo de derechos de la ONU, con sede en Ginebra retomó, con los asientos de Estados Unidos vacíos, una sesión sobre ejecuciones sumarias y libertad de expresión.
Los diplomáticos no hicieron mención directa o inmediata a la decisión de Washington durante la sesión. Pero un diplomático occidental que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a comentar el asunto de forma pública dijo que la ausencia de Estados Unidos se había hecho notar en una reunión informal sobre Bielorrusia a la que normalmente habría asistido.
La delegación rusa ante la ONU dijo en un comunicado que la salida estadounidense del Consejo refleja la estrategia unilateral de Washington ante asuntos globales.
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Estados Unidos intentó sin éxito convertir el organismo en un “instrumento obediente para avanzar en sus intereses y castigar a países que no le gustan”, y tachó de “cínicas” las críticas estadounidenses de que el organismo no había hecho los cambios que había pedido.
La embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Nikki Haley, anunció la retirada el martes y criticó al consejo por “su prejuicio crónico contra Israel”, señalando que incluye a países acusados de violar los derechos humanos como China, Cuba, Venezuela y República Democrática del Congo.
La delegación rusa describió el consejo como una “plataforma internacional clave para la cooperación en la defensa de los derechos humanos”.
El gobierno chino lamentó la decisión de Washington. En Beijiing, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Geng Shuang, rechazó las críticas de Estados Unidos señalando que “ignora por completo los hechos” y “cualquiera sin prejuicios ve claramente el gran avance y progreso en cuestiones de derechos humanos”.