Contra la tortura

El fortalecimiento de los estados y de los sistemas judiciales ha permitido sentenciar a un mayor número de torturadores.

“Los torturadores serán llevados ante la justicia tarde o temprano”, señala la jefa de derechos humanos de la ONU, Navy Pillay.

Argentina lanzó la primera piedra en 1976, durante el periodo de dictadura militar, cuando el director de penal Abel Dupuy ordenó de manera sistemática la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes a los cientos de prisioneros políticos.

La orden de detención y la condena contra Dupuy llegarían 30 años después, en octubre de 2010.

Naciones Unidas conmemora hoy el Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura en todo el mundo.

El retraso con el que llega la justicia en numerosas ocasiones deja impunes algunas de las torturas más graves aplicadas a la sociedad en su conjunto. Siguiendo con el caso paradigmático de Argentina, en octubre de 2010, todavía había 748 personas acusadas por graves crímenes cometidos durante la era militar, y 81, incluyendo a Dupuy, fueron sentenciadas culpables.

Pero no es el único país de Latinoamérica que promueve la lucha contra la impunidad de las torturas. En Colombia, una nueva ley de víctimas ha dispuesto provisiones para reparación, restitución y otras medidas para las víctimas de violaciones de derechos humanos cometidas durante el conflicto.

El arresto de Ratko Mladic, en Serbia, es otro de los últimos casos que se han podido ver por violaciones y crímenes de lesa humanidad, incluyendo tortura, y el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia ha sido implacable con las 161 personas juzgadas.

“La tortura es ilegal, y si es efectuada de manera sistemática puede constituir un crimen de guerra o de lesa humanidad. Ninguna circunstancia, por excepcional que sea, justifica el uso de la tortura contra ninguna persona, por ninguna razón”, señala Naciones Unidas en un comunicado emitido por la conmemoración. “Ni un estado de excepción o conflicto, ni la lucha contra el terrorismo o contra el crimen dispensa el uso de la tortura. Estas prácticas deshumanizan tanto a la víctima como al torturador, y dejan marcas en personas, comunidades y sociedades enteras que pueden ser muy difíciles de cicatrizar”.

El fortalecimiento de los mecanismos internacionales de justicia, incluyendo la rápida maduración de la Corte Penal Internacional, significa que las oportunidades de que los torturadores sean capturados un día, ya sea a nivel nacional o internacional, han aumentado significativamente, remarca la organización.

“Que los gobiernos y oficiales déspotas tengan cuidado: la tortura es un crimen internacional grave y más torturadores serán llevados a la justicia, tarde o temprano”, concluye la advertencia.