El coronavirus se ha convertido en un pase para salir de la cárcel para cientos de prisioneros de bajo riesgo en todo Estados Unidos, e incluso algunos reos que cometieron delitos graves están buscando su liberación alegando que estarán condenados a muerte cuando la pandemia llegue a penales donde hay una gran concentración de gente.
Entre los que ruegan compasión y ser liberados están Gilberto Rodríguez Orejuela, el antiguo líder del cártel de Cali; Michael Cohen, exabogado personal del presidente Donald Trump; y el inversionista Bernard Madoff, condenado por un multimillonario fraude, así como decenas de presos que se encuentran en el sistema penitenciario de Nueva York, afectado por la muerte de un empleado por coronavirus esta semana.
“Su salud es delicada, Tiene 81 años”, escribió David Oscar Markus, el abogado de Rodríguez Orejuela, en documentos judiciales que presentó esta semana. “Cuando el COVID-19 llegue a su prisión, no tendrá muchas posibilidades” de sobrevivir, escribió el abogado defensor en busca de conseguir la liberación del colombiano que está cumpliendo con una condena de 30 años por narcotráfico.
Aunque la pandemia aún no ha azotado de manera masiva a las cárceles, los pedidos de los abogados dejan al descubierto una cruda realidad que recién comienza a traslucir: las casi 7.000 prisiones y centros de detención del país son un lugar ideal para que el virus se expanda, tan peligrosos como los hogares de ancianos o los cruceros, pero mucho menos higiénicos.
Si bien se han incrementado los esfuerzos por limpiarlos y suspender las visitas en medio de la crisis, la ventilación en gran parte de las cárceles es insuficiente y los detenidos duermen en celdas cerradas y comparten una pequeña cantidad de baños.
“Es imposible el distanciamiento social”, expresó David S. Weinstein, un exfiscal de Miami.
Madoff, un ex empresario de 81 años que cumple una condena de 150 años de prisión por haber defraudado a inversionistas con 17.500 millones de dólares, pidió su liberación anticipada el mes pasado por una enfermedad terminal en sus riñones. Ahora su abogado está solicitando que liberen a todos los presos por razones de seguridad, ante la pandemia del coronavirus.
“El sistema federal de cárceles ha mostrado consistentemente su incapacidad para responder a crisis importantes”, expresó a la AP el abogado de Madoff, Brandon Sample. “Mi temor es aún mayor para los presos que están en centros de salud del gobierno nacional y los de edad avanzada”, dijo.
Los fiscales se opusieron al pedido de emergencia de Rodríguez Orejuela y señalaron que la prisión donde él y Madoff permanecen, en Carolina del Norte, no tiene personal ni presos que hayan sido diagnosticados con el coronavirus. Dijeron también que los empleados son revisados cada vez que ingresan.
Pero no son solo los abogados de presos acaudalados y poderosos los que buscan la liberación.
En Nueva York, defensores públicos pagados por el gobierno también han pedido a los jueces que liberen a presos de las cárceles federales, al considerar que la detención previa a un juicio “crea un ambiente ideal para la transmisión de una enfermedad contagiosa”.
Algunas autoridades en diferentes partes del país parecen estar de acuerdo.
Los departamentos de policía están deteniendo a menos personas, los fiscales están permitiendo que los delincuentes que no son violentos salgan antes de tiempo y los jueces están postergando o buscando alternativas a condenas de cárcel.
En Los Ángeles, el sistema carcelario más grande del país ha reducido su población en más de 600 personas desde finales de febrero, permitiendo que sean liberados anticipadamente los presos a los que les resta menos de 30 días para cumplir con sus sentencias.
En Cleveland algunos jueces realizaron audiencias especiales durante el fin de semana para acordar casos con declaraciones de culpabilidad y liberar a más de 200 presos no violentos.
En Miami, en tanto, uno de los principales fiscales estatales ha pedido la liberación de todos los detenidos que no han cometido delitos violentos graves y de aquellos presos por delitos menores.
“Ningún juez quiere tener un preso muerto en su conciencia”, expresó Bill Barzee, un abogado defensor de Miami.
Las autoridades de salud enfatizan que los ancianos y las personas con problemas de salud preexistentes son los más vulnerables de contraer el coronavirus, y que la gran mayoría de la gente sólo tendrá síntomas leves, como fiebre y tos, y se recuperará en cuestión de semanas.
Pero esos argumentos no convencen a los presos.
La cuenta de Twitter de Michael Cohen, el exabogado de Trump que cumple una condena de tres años de prisión por evasión impositiva y violaciones financieras en la campaña política, compartió recientemente un pedido en busca de que le permitan confinamiento domiciliario.
El pedido está dirigido específicamente a Trump.
“Sin su intervención, numerosos delincuentes que no son violentos corren riesgo de muerte”, dice el pedido. “Y esta gente no recibió una condena a muerte”.