En marzo pasado, cuando la pandemia de COVID-19 arremetió en Estados Unidos, el cardiólogo Santiago García comenzó a prepararse para un aumento masivo de pacientes con ataques cardiacos.
Las epidemias virales generalmente aumentan los casos de ataques cardiacos, dice García, y tanto él como el Instituto del Corazón en Minneapolis, Minnesota, donde tiene su práctica, esperaban el incremento debido al brote de COVID-19.
"Nunca sucedió”, dijo García en una entrevista.
Por otra parte, los médicos que atienden los accidentes cerebrovasculares también se prepararon para una oleada de casos que nunca se materializó.
"Todo el mundo decía ´estoy viendo menos accidentes cerebrovasculares y también a gente que viene después´” del inicio de un ataque, expresó el neurocirujano Clemens Schirmer, del Geisinger Health System en Pensilvania, en una entrevista.
No estaba claro de que si lo que estaban observando Schirmer y García en sus hospitales eran casos aislados o algo mayor, así que comenzaron a revisar con otros centros en todo el país.
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Evitando los hospitales
No eran los únicos.
En un estudio entre García y otros especialistas, nueve hospitales de alto volumen de pacientes en la Costa Este, la Costa Oeste y el centro del país vieron un 40% menos de personas con ataques cardiacos desde febrero a marzo de este año.
Schirmer observó un patrón similar con los accidentes cerebrovasculares. Pacientes en 12 centros especializados de todo el país llegaron como promedio tres horas más tarde en comparación con el año pasado, refleja un estudio en que participó.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades reporta que las visitas a los departamentos de urgencia descendieron un 42% en abril en todo Estados Unidos.
Es improbable que menos personas estén sufriendo ataques cardiacos o accidentes cerebrovasculares, lo que parece es que no están acudiendo a los hospitales por temor a contraer COVID-19.
Los brotes de coronavirus han abrumado a los sistemas de salud desde Wuhan, China, donde surgió la pandemia, hasta el norte de Italia y la ciudad de Nueva York, pero estos estudios encontraron que los pacientes están eludiendo los hospitales aunque no se encuentren en las zonas más afectadas.
"Todo aparenta que hay un sentimiento de que relacionarse con el sistema de atención de la salud en este momento es una mala idea”, dijo Schirmer.
Casi una tercera parte de los participantes en una encuesta reciente del American College of Emergency Physicians dijeron que eludieron o aplazaron todo contacto con los médicos por temor a una infección.
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Aplazar un tratamiento puede traer graves consecuencias.
Para los pacientes de accidentes cerebrovasculares, “el tiempo es el cerebro”, dijo Schirmer. Los pacientes pierden alrededor de 1,9 millones de neuronas por cada minuto de tratamiento atrasado.
"Si usted no es atendido de inmediato, sus probabilidades de recuperación son mucho menores”, explicó.
Lo mismo ocurre con los ataques de corazón. Las probabilidades de sobrevivir disminuyen con el paso del tiempo y, además, incluso si el paciente sobrevive, el daño al músculo cardiaco aumenta el riesgo de fallas en el futuro, dijo García
Al principio de la pandemia en Estados Unidos, los hospitales lucían peligrosos, señaló.
“Si usted veía la televisión en marzo en que aparecían esos hospitales llenos de pacientes, eran lugares adonde no quería ir”, dijo García.
Además, en todo el país, las pruebas de coronavirus eran generalmente inadecuadas, los equipos de protección del personal escaseaban, los hospitales cancelaron las cirugías electivas y las autoridades instaban a la gente a quedarse en sus casas.
"Los pacientes recibieron el mensaje y dejaron de ir” a los hospitales.
Desde entonces, las pruebas han mejorado y también la protección. Los grupos médicos trabajan para que los pacientes con condiciones graves sepan que es mejor ir al hospital que atrasar los tratamientos.