El presidente de EE.UU., Barack Obama, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresaron este lunes su preocupación por el aumento de la violencia en Costa de Marfil.
En un encuentro con periodistas en la Casa Blanca para informar sobre la reunión de ambos líderes, la embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas, Susan Rice, subrayó la necesidad de que en ese país africano “se elija un presidente de manera legítima para que sea capaz de gobernar".
La violencia volvió a desbordarse este lunes en la capital del país, Abiyán, luego de una semana de combates entre seguidores del presidente saliente Laurent Gbagbo e insurgentes armados.
El conflicto tiene su origen en que el rival de Gbagbo, Alassane Ouattara, fue certificado como presidente por una misión de la ONU después de los comicios presidenciales del 28 de noviembre.
Las elecciones estaban destinadas a terminar con las luchas intestinas causadas por una guerra civil entre 2002 y 2003 que dejó al país dividido en dos, el norte controlado por rebeldes y el sur en manos del gobierno, pero Gbagbo desconoce sus resultados de la votación.
El toque de queda en vigor durante el fin de semana en la mitad sur de Costa de Marfil fue prolongado el lunes 72 horas más en los barrios de la capital donde tienen efecto los choques armados.
Un portavoz de la ONU dijo que fuerzas leales al presidente Gbagbo dispararon contra expertos de Naciones Unidas en el aeropuerto de Yamusukro, sin que se reportaran víctimas.
Los expertos de la misión de paz de la ONU se habían trasladado al aeropuerto después de haber recibido informes de que tres helicópteros militares provenientes de Belarús habían sido enviados a las fuerzas de Gbagbo, lo que viola el embargo decretado por la ONU en 2004.
De acuerdo con Naciones Unidas, el número de refugiados que han escapado a Liberia asciende a 68 mil, en tanto que otros 48 mil han sido desplazados por el conflicto dentro del propio país.