La prensa oficial de la isla no se da por enterada del fallecimiento de Guillermo Álvarez Guedes, quien vivió décadas exiliado en Miami.
Guillermo Álvarez Guedes, el famoso humorista fallecido el martes en la ciudad de Miami a los 86 años, será recordado dentro y fuera de Cuba como el hombre que con su amplio repertorio de chistes internacionalizó la picardía y la gracia natural del cubano.
Su muerte, que conmocionó las redes sociales y la dieron a conocer de inmediato medios de difusión hispanos del hemisferio, fue sin embargo omitida por la prensa oficial de Cuba, cuyo gobierno fue blanco durante décadas de la mordacidad del humorista, exiliado desde 1960.
Tenido como todo un símbolo de la risa y del gracejo popular cubanos, Álvarez Guedes fue también un gran comediante y un apasionado amante de la música de su país que desde niño perfiló su talento trabajando primero en circos, teatros y luego en programas de radio.
Tras haber desempeñado papeles en la televisión cubana en la década de 1950, durante sus posteriores años de exilio grabó discos humorísticos, escribió comedias y tomó parte en algunas películas.
Primero infinidad de casetes, y luego videos con sus chistes, estuvieron durante años circulando clandestinamente de mano en mano en Cuba, donde el humorista gozó siempre de inmensa popularidad a pesar de figurar en la lista de los artistas censurados por el gobierno.
Considerado por algunos de sus compatriotas como un científico del humor y por otros como un artista de la risa, la muerte de Álvarez Guedes constituye sin duda una pérdida para la cultura de la isla y también de Latinoamérica, donde el cubano gozaba de gran simpatía.
Desde La Habana, la bloguera Yoani Sánchez puso de relieve mediante su cuenta en Twitter que Álvarez Guedes "ha hecho reír a varias generaciones de cubanos", pero "murió sin haber podido actuar por décadas en los escenarios de Cuba".
Su muerte, que conmocionó las redes sociales y la dieron a conocer de inmediato medios de difusión hispanos del hemisferio, fue sin embargo omitida por la prensa oficial de Cuba, cuyo gobierno fue blanco durante décadas de la mordacidad del humorista, exiliado desde 1960.
Tenido como todo un símbolo de la risa y del gracejo popular cubanos, Álvarez Guedes fue también un gran comediante y un apasionado amante de la música de su país que desde niño perfiló su talento trabajando primero en circos, teatros y luego en programas de radio.
Tras haber desempeñado papeles en la televisión cubana en la década de 1950, durante sus posteriores años de exilio grabó discos humorísticos, escribió comedias y tomó parte en algunas películas.
Primero infinidad de casetes, y luego videos con sus chistes, estuvieron durante años circulando clandestinamente de mano en mano en Cuba, donde el humorista gozó siempre de inmensa popularidad a pesar de figurar en la lista de los artistas censurados por el gobierno.
Considerado por algunos de sus compatriotas como un científico del humor y por otros como un artista de la risa, la muerte de Álvarez Guedes constituye sin duda una pérdida para la cultura de la isla y también de Latinoamérica, donde el cubano gozaba de gran simpatía.
Desde La Habana, la bloguera Yoani Sánchez puso de relieve mediante su cuenta en Twitter que Álvarez Guedes "ha hecho reír a varias generaciones de cubanos", pero "murió sin haber podido actuar por décadas en los escenarios de Cuba".