Cuestión de prioridades

Los jugadores pondrán el ejercicio, mientras los espectadores podremos algo más.

El espectáculo futbolístico debería de ser la prioridad en este Mundial, aunque no estoy seguro de que hayan garantías.

Cuando hay un partido de fútbol de por medio, a quien le importa la comida, después de todo, serán 90 minutos donde se podrán compartir algunos aperitivos, esos que se comen buscando a tientas en la mesa, en los platos, sin retirar la visita del televisor.

No importa que no sean muy saludables, porque si bien el deporte es salud, nadie dijo que ver fútbol lo fuera, sobre todo para aquellos que en vez de disfrutarlo lo sufren.

Pero, aunque sea la Copa del Mundo, todavía hay que tener las prioridades claras, y si vamos a mirar fútbol, pues que lo sea, sino más vale que nos dispongamos a planear lo que vendrá después del partido. Y francamente, todavía me resisto a pensar que parte de lo mejor que llevan las selecciones de Sudamérica, parezcan más prototipos europeos, entonces si la prioridad se la llevará la cena.

Es que si bien me gusta mucho ver correr al jamaiquino Usain Bolt, el hombre más veloz de todos los tiempos, y hasta disfruto de un corredor del football estadounidenses que es capaz de darse de frente contra barreras humanas, la idea del Mundial de Futbol como espectáculo, es bien diferente a la mezcla de Bolt con un corredor de football que proponen el argentino Gonzalo Higuaín, el brasileño Luis Fabiano o el uruguayo Diego Forlán.

Menos mal que todavía queda Lionel Messi, y que el técnico de Brasil, Dunga, posiblemente se olvide de los pesos pesados –literalmente hablando- Adriano y Ronaldo Fenómeno o un genio agotado como Ronaldinho Gaúcho y convoque a Neymar, el delantero del Santos de Pelé, que es la nueva “maravilha” del fútbol cinco veces campeón del mundo, un jugador que seguramente nos hará el Mundial más ameno y hasta es posible que nos haga repensar en las prioridades y finalmente la cena sea la excusa para seguir hablando del partido, como siempre.