El alcalde de Vilvoorde, una pequeña localidad belga cercana a Bruselas que ha sido blanco del reclutamiento por parte del Estado islámico, dijo que el proceso de radicalización de los jóvenes está basado en el “adoctrinamiento y aislamiento”.
Hans Bonte puede hablar con propiedad. De los 380 combatientes belgas que han viajado a Irak y Siria para unirse al grupo extremista –la mayor cantidad de cualquier país en Europa— al menos 28 han salido de su ciudad, pese a que tiene solo 40 mil habitantes.
“Cinco han muerto en combate, ocho han regresado, dos están en prisión… y 40 más están preparados para partir”, relató. ”Familias de casi cada escuela y cada barrio se han visto afectadas”.
En base a su experiencia, Bonte ofreció abundantes consejos y observaciones durante un panel de discusión que se realizó este miércoles como parte de la Cumbre contra el Extremismo Violento organizado por la Casa Blanca.
“Para encarar un problema que es global, hay que actuar localmente”, remarcó. “No solo se trata de bombardear Siria e Irak… sino de dar alternativas a los jóvenes, reconstruyendo las redes sociales a su alrededor para que se sientan que pertenecen a nuestra sociedad”, agregó.
“El radicalismo crece sobre la frustración… es como un iceberg. Se ve la punta, pero no la base. A esto hay que poner atención, y como un iceberg, se puede derretir con el calor”, terminó.
En la mesa de discusión que se enfocó en los esfuerzos por combatir el extremismo violento y la radicalización también participó la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, de origen español.
Tanto París como Bruselas han sido escenarios de ataques extremistas realizados por nacionales adoctrinados por el Estado Islámico.