Un nuevo enfrentamiento entre los líderes de las naciones Occidentales y el presidente ruso Vladimir Putin parece cada vez más probable en la cumbre del G20 que comienza el sábado en Australia.
Las razones del desencuentro son las provocaciones militares tanto en Ucrania como en las aguas cercanas a la sede de la cumbre.
Reportes del envío de tropas y armamento ruso hacia el este de Ucrania en lo que parece ser la preparación de una nueva ofensiva rebelde, y la presencia de un convoy de barcos rusos en aguas internacionales al norte de Brisbane, donde se desarrollará la reunión, presagiaron una fuerte tensión como las de los tiempos de la guerra fría.
El primer ministro australiano, Tony Abbott, reaccionó furioso por las provocaciones.
“Rusia sería mucho más atractiva si estuviera aspirando a ser una superpotencia de paz, libertad y prosperidad en lugar de estar tratando de recrear las glorias perdidas del zarismo o de la antigua Unión Soviética”, dijo a los periodistas.
Algunos llamados que se han hecho en Australia insistían en bloquear la asistencia de Putin a la cumbre, dadas sus acciones en Ucrania y el derribamiento del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, pero el consenso fue que no se debería llegar hasta ese punto.
La canciller Angela Merkel, trató de minimizar la amenaza de los barcos, pero se unió a las voces en contra de Putin antes de que éste arribara la noche del viernes.
“Lo que más me preocupa es que la integridad territorial de Ucrania esté siendo violada y que el acuerdo de Minsk no se cumpla”, remarcó refiriéndose al acuerdo de tregua.
Rusia niega haber enviado tropas y tanques a Ucrania a pesar de que cada vez son más frecuentes los reportes de caravanas de vehículos armados sin marcas que cruzan la frontera en dirección de Ucrania.
A pesar de las tensiones, los anfitriones australianos intentan mantener el enfoque de la cumbre del G20 en el crecimiento y la creación de empleos.