Once hombres fueron sentenciados a 50 años de prisión por una serie de asesinatos ocurridos hace más de una década, cuando 122 personas fueron obligadas a bajar de los autobuses en que viajaban en San Fernando y cuyos cadáveres fueron encontrados en diversas fosas clandestinas en esa localidad del estado mexicano de Tamaulipas, informó el miércoles la fiscalía federal.
Entre 2010 —cuando 72 migrantes fueron asesinados en un rancho de San Fernando — y 2012 ocurrieron varias masacres, desapariciones y asesinatos en Tamaulipas, la mayoría atribuidas por las autoridades al cártel de los Zetas, que era el de mayor presencia en ese momento en esa región.
Las autoridades dijeron entonces que los Zetas empezaron a sacar a personas de los autobuses que se dirigían a las ciudades fronterizas de Reynosa y Matamoros. El punto donde lo hacían era San Fernando.
También lea México: Reclaman justicia tras diez años de la masacre de 72 migrantesSospechaban que el cártel rival, el del Golfo, estaba enviando refuerzos en autobuses a las ciudades fronterizas que ellos controlaban, y por eso los Zetas sacaban a jóvenes de los autobuses, los interrogaban y ofrecían a algunos la oportunidad de unirse a la banda, si demostraban su valía luchando con mazos contra otros pasajeros inocentes.
La escena parecía de un nivel de crueldad inverosímil hasta que expertos forenses empezaron a excavar fosas clandestinas con cientos de cadáveres, casi todos de varones jóvenes, muchos de ellos con el cráneo destrozado. También se encontraron algunos martillos en las fosas.
En 2011 el Ejército mexicano reportó el hallazgo de 48 fosas clandestinas con 196 cuerpos en San Fernando, que se encuentra en la ruta hacia las dos ciudades fronterizas con Estados Unidos. Más de una década después, decenas de esas víctimas siguen sin ser identificadas.
También lea Corte de Guatemala niega petición para exhumar a migrantes asesinados en México en 2010Más tarde, las autoridades informaron que las víctimas habían sido bajadas de autobuses por los Zetas y obligadas a luchar entre sí con martillos o a morir si se negaban a trabajar para el cártel.
Era tan grande el control de los cárteles en esos años que las empresas de autobuses —amenazadas por las bandas— no denunciaron las desapariciones, hasta que el equipaje no reclamado de las víctimas empezó a amontonarse en las terminales de autobuses de las ciudades fronterizas.
La fiscalía federal indicó que la investigación de los ahora sentenciados comenzó en 2012.
Tamaulipas es la ruta más corta para los migrantes que salen de Centroamérica con destino a Estados Unidos, y desde hace décadas está controlado por el crimen organizado, que sigue secuestrando a migrantes, ya sea para reclutarlos a la fuerza o para exigir pagos a sus familiares.
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