La lista de enemigos de Bernie Sanders incluye siempre a los ricos, los donantes de Wall Street y Donald Trump, aunque quizá ya no debería hablar mucho en contra de este último
Durante un mitin en San José California, el miércoles, Sanders se quejó de que “en cada estado en el que hemos competido, tuvimos que enfrentar a gobernadores demócratas y senadores y miembros del Congreso y alcaldes… literalmente a casi todo el aparato demócrata”.
“Y en estado tras estado, la gente se ha puesto a la par nuestra y ha ayudado a derrotar al establishment”, agregó Sanders.
Con declaraciones como esa y luego del caos de la convención demócrata en el estado de Nevada — donde hasta se lanzaron sillas a las autoridades del partido— los demócratas temen que la unidad del partido se vea resquebrajada para la convención de julio en Filadelfia.
No era eso lo que vaticinaban los demócratas para su convención, y en cambio, es de lo que se ha estado hablando sobre la convención republicana.
Pero el martes Sanders dijo estar convencido que aunque “va a ser una cuesta empinada... tenemos la posibilidad de llegar a Filadelfia con una mayoría de los delegados comprometidos”.
El presunto nominado republicano, Donald Trump, olió sangre casi inmediatamente.
“Bernie Sanders está siendo tratado muy mal por los demócratas. El sistema está arreglado en su contra”, señaló Trump en un tuit el miércoles para meter cizaña.
“Muchos de sus desencantados fans se vienen conmigo”, advirtió Trump.
Hillary Clinton, quien parece bien encaminada a asegurar la nominación demócrata el 7 de junio, de repente encara el reto de pelear por atraer de regreso a los seguidores de Sanders, muchos de los cuales, ciertamente se sienten alienados.